Ellen Goodman

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Ellen Goodman – Boston.  Mientras que soy consciente de que no hay investidura de la primera dama -ningún juramento que realizar, nada de discursos que pronunciar- sí tenemos lo que sería un rito de iniciación. De esta manera, Michelle Obama, licenciada de Princeton y la Facultad de Derecho de Harvard, abogada y madre, ha sido objeto de la mezcla usual de admiración desatada y novatadas paso obligado para llegar a la residencia ejecutiva de la Casa Blanca.

Todo se desmadraba esta semana con relatos inasequibles al desaliento de la Primera Fashionista apareciendo por doquier. El diálogo variaba desde las quejas de que «su imagen de picapleitos se ha estirado y secado mucho» hasta las opiniones entusiastas de ella como nueva Jackie Kennedy que va a rescatar talonario en mano a la industria estadounidense de la moda.

El diálogo acerca de trapos y decoraciones planteaba la descorazonadora posibilidad de que hasta después de Hillary y, ejem, Sarah, vayamos a volver a la cantinela de la primera dama. Sí, a esas tardes de antaño en las que los medios se centraban en sus ojos solitarios puestos en las cuatro palabras que rigen el mandato de la primera dama: moda, mobiliario, comida y familia.

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Pero (¡hay esperanzas!) también cabe la posibilidad de que el cuarto sustantivo -la familia- se convierta en una agenda seria que cimente un vínculo entre la mujer de la Casa Blanca y la mujer de Cada Casa.

Michelle Obama enumeraba sabiamente su primera prioridad como cuidar que sus hijas no pierdan el rumbo durante la transición. Pero como decía ella en «60 Minutes,» «Las mujeres somos capaces de hacer más de una cosa al mismo tiempo.?

De hecho, Obama se presentó como una mujer que «durante mucho tiempo tuvo que hacer dibujos animados para ser madre del ejecutivo y tener una carrera.? Si, como decía rutinariamente durante la campaña, para ella es una lucha -una mujer con recursos y una abuela en jefe- imagine lo difícil que debe ser para las demás.

¿Qué pasará si esta madre en jefe de 45 años, y esposa de un hombre que «las pilla al vuelo,» convierte lo personal en su carrera política? ¿Cómo será una política de conciliación entre trabajo y familia seria?

Durante la mayor parte de una generación, tener que hacer dibujos animados para conciliar ambas vidas se ha enmarcado como un talento individual del Concurso para Ser Buena Madre. Como dice Ellen Galinsky, del Instituto Familias y Trabajo, «El trabajo y la familia se veían como mundos separados. Todo el mundo imaginaba que los demás lo hacían y sólo éramos nosotras las que no podíamos.?

La última muestra de importancia de legislación familiar fue la Ley de Bajas Médicas y Familiares aprobada hace 15 años. Sólo garantiza la baja no retribuida en los espacios de trabajo de 50 trabajadores o más. Mientras tanto, más o menos la mitad de los trabajadores de la nación obtiene el pago de un solo día por enfermedad y muchos menos tienen sueldo en caso de baja por maternidad. ¿Qué de aquello del horario flexible? Hasta entre aquellos que lo pueden reclamar, el 33 por ciento sostiene que al hacerlo se juegan su puesto de trabajo.

Y a propósito, mientras estamos en medio de ninguna parte, a las responsabilidades del cuidado infantil se suma el tsunami de la tercera edad.

Para volver a funcionar otra vez, necesitamos ampliar la baja por motivos familiares a las plantillas de 25 trabajadores o más. Tenemos que incrementar la cifra de estados con bajas remuneradas por motivos familiares más allá de California, Washington y Nueva Jersey, y sumar un grupo de distritos y ciudades con siete días al menos de baja remunerada por enfermedad.

Al mismo tiempo, podemos apoyar las leyes que garantizan unas escasas 24 horas al año para asistir a reuniones escolares. Y seguramente, cualquier puesto de trabajo nuevo generado a través de fondos de estímulo tendría que incluir políticas favorables a la familia.

En esta economía, muchos trabajadores tienen miedo de solicitar tales «volantes.? Cuando corren tiempos difíciles, explica Debra Ness, de la Sociedad Nacional de Mujeres y Familias, «nos dicen que supondría el desastre… no podemos ahora mismo.?

Pero la primera ley de salario mínimo, la primera ley de madres trabajadoras, y la ley que fija el número de horas fueron todas aprobadas durante la Depresión. No podemos salir de este lío poniendo las cosas a las familias aún más difíciles.

¿Qué hay de los Obama? Ellos han encontrado una forma única de resolver su propia dicotomía entre vida familiar y laboral. En palabras del presidente saliente, «?l estará a 45 segundos de una gran esposa y dos niñas pequeñas que le quieren con locura.?

La esposa de todo presidente tiene una lista de tareas incluyendo la de consejera de confianza, papel con frecuencia trivializado como conversaciones de cama. Pero qué oportunidad supone utilizar la atención centrada en la primera dama para arrojar luz sobre las demás familias. Qué oportunidad tiene Michelle Obama de convertirse en madre del ejecutivo de una nación que lucha por conservar la familia unida.

Como decía su marido, «Creo en la teoría general de que si mamá está contenta, es que todos están contentos.? Suena a política nacional bastante razonable.

Ellen Goodman 

© 2009, Washington Post Writers Group

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