E. Robinson

Premio Pulitzer 2009, Catedrático Neiman de Periodismo en Harvard y Editor de la sección Exterior del Washington Post.

 

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Eugene Robinson – Washington. El Presidente Obama debería haber declarado la victoria en Afganistán y comenzado la retirada. Su escalada de la guerra puede alcanzar sus objetivos, pero a un precio demasiado elevado – y sin proteger mucho más significativamente a nuestra nación de la amenaza de ataques terroristas.
Espero equivocarme. Pero mi duda fundamental sobre el enfoque de Obama era puesta de manifiesto el jueves por acontecimientos acaecidos muy lejos de la zona de guerra: en Mogadiscio, Somalia, un terrorista suicida se infiltraba en una ceremonia de graduación universitaria y asesinaba al menos a 19 personas, incluyendo a tres ministros del gobierno somalí.
Uso el término ??gobierno somalí? irónicamente, porque en realidad no ha habido uno desde 1991. La larga disputa abierta a varias bandas por el control entre clanes fuertemente armados y señores de la guerra sigue sin cerrarse. La novedad más importante en la guerra civil ha sido el ascenso de una insurgencia de base religiosa, Al-Shabab, que hoy controla una gran franja del país – y sobre la que inmediatamente recayeron las sospechas de la autoría del atentado el jueves.
¿De qué me suena esta película?
No, Somalia no es un calco de Afganistán. Sin embargo, comparte la distinción de ser un estado disfuncional en el que la ideología del Islam violento y fundamentalista se ha afianzado y donde la técnica del ataque de ??martirio? suicida está resultando eficaz.
Dudo que ??el incremento ampliado? de Obama de 30.000 tropas estadounidenses adicionales tenga éxito en sus propios objetivos, pero supongamos que es así. Según altos funcionarios de la Casa Blanca, esto significaría que las fuerzas norteamericanas y sus aliados son capaces de ??degradar? a los talibanes al extremo de no plantear ninguna amenaza de hacerse con el poder en Kabul y no controlar ya áreas rurales importantes.

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Estas referencias deben cumplirse, según la Casa Blanca, para que sea imposible que al-Qaeda vuelva a Afganistán, establezca una base de operaciones y planee nuevos ataques contra Estados Unidos entre otros objetivos.
Estoy convencido de que si los talibanes empiezan a perder terreno, muchos de sus guerrilleros simplemente volverán a mimetizarse entre la población y aguardarán al momento oportuno en que llegue la fecha de julio de 2011 fijada por el presidente. ¿Será en ese momento el ejército afgano verdaderamente capaz de plantar cara en solitario hasta a una amenaza talibán latente? Si no es así, el plazo de Obama carecerá de significado y las fuerzas estadounidenses quedarán atascadas en Afganistán, en grandes cantidades, sin avances a la vista.
Pero incluso suponiendo que el incremento funciona, ¿por qué no va al-Qaeda ?? o el colectivo de mentalidad pareciera que sea ?? a abrir una delegación en Somalia simplemente? ¿O en Yemen, o en cualquier otro estado disfuncional? ¿O en algún rincón miserable del mundo donde la autoridad del gobierno central sea débil y el resentimiento hacia la presencia de Occidente sea elevada?
Afganistán fue por casualidad la elección de cuartel general que hizo Osama bin Laden, pero sus principales mandos y él fueron expulsados del país poco después de la invasión estadounidense. Se cree que Al-Qaeda está radicada hoy en Pakistán, con la libertad de movimiento de su cúpula directiva muy restringida. La evidente reticencia del gobierno paquistaní a acabar el trabajo es problemática, pero yo creo que es probable que en algún momento un misil salido de algún vehículo Predator no tripulado alcance su objetivo.
El problema es que la filosofía criminal de al-Qaeda, que es el verdadero enemigo, carece de domicilio físico. Puede surgir espontáneamente en cualquier parte ?? incluso quizá en un emplazamiento militar estadounidense fuertemente protegido en medio de Texas.
Fíjese en lo que hace falta para que el incremento en Afganistán tenga éxito. El Presidente Hamid Karzai tiene que renunciar a la corrupción ?? lo que le necesitará de más de una reprimenda vía conferencia por parte de Obama. El ejército afgano no sólo tiene que ser entrenado para luchar, sino también ampliado de su actual nivel de 92.000 efectivos hasta la friolera de 260.000 ?? unos niveles que el débil gobierno de Karzai falto de recursos económicos apenas se podría permitir. Y una nación conocida como ??el cementerio de imperios? por su legendaria resistencia a la presencia extranjera tendría que sufrir el súbito cambio sincero.
En el fondo ?? incluso si las condiciones de julio de 2011 son tales que Obama puede dar orden de llevar a cabo una retirada real en lugar de una cosmética ?? la amenaza generalizada del terrorismo seguirá presente. El enfoque de ??drenar el pantano? para combatir el terrorismo no funciona si la enfermedad es capaz simplemente de contagiar al pantano de al lado, y al siguiente.
Nunca tuvo sentido pensar en la guerra contra el terrorismo como una ??guerra? porque no es posible derrotar a una técnica o una idea por la fuerza. George W. Bush escogió un camino hacia un estado más o menos permanente de guerra mortal y cara a baja escala. Barack Obama debería haber adoptado un rumbo diferente.

Eugene Robinson
Premio Pulitzer 2009 al comentario político.
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