E. Robinson

Premio Pulitzer 2009, Catedrático Neiman de Periodismo en Harvard y Editor de la sección Exterior del Washington Post.

 

Sobre Robinson

Sus columnas, ahora en radiocable.com

Otros columnistas del WP

 

   

Eugene Robinson – Washington. Ya fue malo que el Gobernador de Virginia Bob McDonnell proclamara un «Mes de la Historia de la Confederación» sin mencionar la esclavitud, pero al menos entró en razón y se disculpó. El argumento del Gobernador de Mississippi Haley Barbour de que toda la polémica «no viene a cuento» es mucho peor.

«No sé lo que dirá usted de la esclavitud», decía Barbour en CNN, «pero alguien cree que hay que explicar a la gente que la esclavitud es algo malo, yo creo que es evidente por sí solo».

Y ese es el problema – Barbour cree que «es evidente por sí solo». El Gobernador del estado cuya población abarca el mayor porcentaje de afroamericanos del país está seguro de que es apropiado «honrar» a los que lucharon por la Confederación. Claramente no tiene ningún problema en volver a visitar el pasado distante. Sin embargo, él no ve ninguna razón para hablar de las prácticas viles e impensables – secuestros, violaciones y torturas con las bendiciones del estado – que los soldados confederados luchaban por proteger.

Viene mucho más que «a cuento» que tantos estadounidenses traten de reconciliarse con la realidad de la esclavitud. No era sólo «algo malo». El vertido de basuras sin control sanitario es algo malo. La esclavitud fue el Pecado Original de esta nación, y sin embargo mucha gente no lo mira sino a través de la venda del Sur.

Publicidad

El comercio de esclavos fue uno de los mayores horrores del último milenio. Se estima que 17 millones de africanos, adolescentes en su mayoría, fueron arrancados de sus familias, metidos en bodegas de barcos y traídos al Nuevo Mundo. Hasta 7 millones de ellos murieron por el camino, ya sea en alta mar o en los campamentos «de aclimatación» en el Caribe en donde eran «sometidos» a la voluntad de sus dueños.

Si nunca lo ha hecho, Barbour debería coger con sus manos algunos de los grilletes, esposas y demás dispositivos que se utilizaban para someter a los africanos. Debe visitar algunas de las plantaciones en las que todavía hay cabañas de esclavos – hay un montón en su estado – para hacerse una idea de cómo vivían los africanos. Debe pasar un largo y caluroso día recogiendo algodón. Debería leer los relatos de la vida en una plantación escritos por antiguos esclavos, y entonces debería explicar porqué hay razón para «honrar» a los soldados que lucharon para perpetuar un sistema que nunca podría haber funcionado sin constante, deliberada y resuelta crueldad.

La idea, por supuesto, no es que Haley Barbour, Bob McDonnell o cualquier otro sureño blanco vivo hoy sea responsable de unos crímenes cometidos mucho antes de que ellos nacieran. No deberían tener que sentirse culpables de cosas que no hicieron. Pero – y el resto de nosotros, también – deben saber hasta qué punto la historia de este país fue modelada por lo que se llamó de forma eufemística «la institución peculiar». Los estadounidenses deberían saber, por ejemplo, que el ascenso de Wall Street como centro financiero fue alimentado sobre todo gracias al comercio del algodón, que no podría haber funcionado sin la esclavitud – y que cuando comenzó la Guerra Civil, el alcalde de Nueva York, Fernando Wood, intentó buscar la forma de que la ciudad fuera neutral para poder prolongar sus lucrativos acuerdos comerciales con el Sur.

Lo que «no viene a cuento» es la noción revisionista – que el Mes de la Historia de la Confederación quiere perpetuar – de que la Guerra Civil fue algo que no guarda relación con la esclavitud. La fanáticos de la «causa perdida» insisten en que la mezquina rebelión fue una lucha por la libertad o la Constitución o los derechos de los estados. Pero el «derecho» por el que se luchaba era la posibilidad de ser dueños de seres humanos, explotarlos, comprarlos y venderlos como ganado, explotarlos sexualmente o torturarlos o matarlos si trataban de escapar.

La disculpa de McDonnell, al menos, reconoce que la esclavitud no fue nada de lo que enorgullecerse. Cabe señalar, sin embargo, que los dos predecesores en la gobernación de Virginia – ambos Demócratas – no sintieron el impulso de declarar un Mes de Historia Confederada. La declaración original de McDonnell, antes de modificarla, parecía diseñada para atraer a un grupo marginal para el que la Guerra Civil es todavía una cuestión abierta.

?ste es un país libre – para el pueblo negro también, gracias a la derrota de la Confederación – y por tanto, si algunos sureños blancos quieren celebrar la «herencia» de la esclavitud, son bienvenidos a hacerlo. Pero mientras que tienen derecho a su propio conjunto de opiniones, no tienen derecho a su propio conjunto de hechos. Yo diría que la ignorancia estudiada de Haley Barbour fue «algo malo», pero eso sería una gran subestimación.

Eugene Robinson
Premio Pulitzer 2009 al comentario político.
© 2009, Washington Post Writers Group
Derechos de Internet para España reservados por radiocable.com

Sección en convenio con el Washington Post

Print Friendly, PDF & Email