E. Robinson

Premio Pulitzer 2009, Catedrático Neiman de Periodismo en Harvard y Editor de la sección Exterior del Washington Post.

 

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Eugene Robinson – Washington. No hay fuerza sobre el planeta que pueda impedir que Sarah Palin se convierta en nuestra propia versión descafeinada de Eva Perón -una leyenda glamurosa y trágica, quitando la tragedia. Con el tiempo, algún productor teatral compondrá un musical taquillero sobre su vida y su época. El libreto rezará: «SARAH dispara. ALCE muere.?

Es vano intentar ignorar a Palin, por noble que pueda ser el esfuerzo. Es un fenómeno, y no importa en absoluto que tanta gente está segura de que ella vaticina la disolución final de la política estadounidense en un gran caldero de agua de borrajas. La República sobrevivirá incluso a ella.

Es improbable de todas formas que llegue a ser ?? qué escalofrío — jefa del ejecutivo. Una nueva encuesta Washington Post-ABC News demuestra que el 60% de los estadounidenses están seguros de que Palin no posee aptitudes para ser presidenta, y el 53% no le votaría «bajo ningún concepto.?

Hay que preguntarse por el 37% que lo pensaría, no obstante. Y en cuanto al 9% que votaría a Palin claramente, es la gente suficiente para calificarla de movimiento — el equivalente a los convencidos descamisados de Evita que confiaron sus vidas en ella con sus esperanzas y sueños.

Los seguidores de Palin pueden permitirse camisas. Pero evidentemente se sienten tan desencantados, tan ignorados, tan manejados por fuerzas más allá de su control, que están dispuestos a pasar por alto cada uno de sus defectos y perdonar cada una de sus traiciones. Lo que importa es «desquiciarse» — no me refiero al inteligentemente titulado libro, sino a la actitud voluntarista de Palin a cargar contra todo el mundo del estamento político y social.

De manera que, ¿qué importa que ella no manifestara ningún conocimiento real de los asuntos presentados durante las entrevistas de la campaña del año pasado? Esos reporteros se estaban comportando como bestias, intentando dejarla por idiota. ¿Qué importa si los iniciados de Washington creen que es una cabeza hueca? La mentalidad llamada «Washington» es el problema, al que ella es la solución. ¿Qué importa que dimitiera como gobernadora de Alaska a un año y medio de finalizar su mandato? «Sólo los peces muertos siguen la corriente,» explicaba, manifestando una vez más su picardía.

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La habilidad de Palin para ser inteligentemente transgresora alcanza casi la categoría de arte interpretativa. Su doble, Tina Fey, dio una profética muestra histérica la víspera de las elecciones durante la cual Palin manifestó que no se iba a ir nunca. La ??Palin? de Fey predijo que sería presidenta o «una Oprah blanca.» De manera que ¿en qué programa lanza Palin su libro? En el de Oprah, por supuesto – sumándose a la larga lista de tradiciones Palin a las que simplemente es imposible encontrar sentido.

Palin sería de verdad una estupenda presentadora, pero tiene ambiciones mucho mayores. Creo que su impacto definitivo, como el de Evita, es más sociológico que político.

Ella acapara varias corrientes de descontento. Ella habla por los social conservadores, dados por sentado desde hace tiempo por los Republicanos que hacen gala de su oposición a asuntos tales como el aborto o los derechos de los homosexuales durante las elecciones pero que realmente nunca hacen nada al respecto. Habla por los estadounidenses de campo y los rurales que sienten que sus motivos de preocupación son obviados. Habla por los cazadores que temen que «Washington» les arrebate sus armas.

Al contrario que tantos de sus detractores — Republicanos en la misma medida que Demócratas — ella no fue a ninguna facultad de las ocho antiguas. Se abrió paso como pudo por la educación superior, como tanta gente. Y es una mujer que equilibra una carrera exigente con una complicada vida familiar. ?ste es uno de los elementos más importantes de la figura de Palin, porque encuentra resonancia entre muchas mujeres estadounidenses más que identifican su lucha diaria con la de Palin.

Por supuesto, el feminismo de Palin es de quita y pon. Ha manifestado su solidaridad de hermana con Hillary Clinton, nada menos, a cuenta del peso añadido que las candidatas tienen que soportar al decidir lo que llevan durante los actos de campaña. Pero esa carga a Palin le fue atenuada gracias a los 150.000 dólares en ropa de diseño adquirida para ella y su familia con fondos de campaña.

A los verdaderos incondicionales no les importa. La trayectoria nada convencional de Palin y la ilógica mentalidad son interpretadas como auténticas, en el sentido de que todos conocemos gente que ha tenido sus más y sus menos durante su vida y que no saben encontrar Kazajstán en el mapa. Su éxito hasta el momento representa el triunfo de la autenticidad sobre el logro. A la hora de hacer cuentas, estoy seguro, eso no basta para convertirla en presidenta. Pero el resto de los que se postulan a la candidatura Republicana en 2012 la subestiman a sus expensas.

Hacia el final de sus días, Eva Perón pronunció el famoso discurso en el que anunciaba, «Volveré, y seré millones.» Sarah Palin, nuestra Evita, ha vuelto – y ganará millones.


Eugene Robinson
Premio Pulitzer 2009 al comentario político.

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