E. Robinson

Premio Pulitzer 2009, Catedrático Neiman de Periodismo en Harvard y Editor de la sección Exterior del Washington Post.

 

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«El monstruo que masacró a 76 víctimas inocentes por lo menos en Noruega estaba animado por el mismo maridaje de paranoia, xenofobia y alienación que alimenta el sentir anti-musulmán en Estados Unidos. Sí, podría pasar aquí.

Se podría decir que ya pasó, en Oklahoma City. La diferencia es que la indignación apocalíptica de Timothy McVeigh era difusa e inconcreta. Anders Behring Breivik — que ha reconocido haber detonado un poderoso explosivo fabricado con fertilizante en el centro de Oslo y haber matado luego a decenas de adolescentes y jóvenes en una isla próxima — se centraba como un láser en lo que consideraba «la amenaza» planteada por el islam.

El magistrado que presidió la vista de cargos de Breivik el lunes dijo que el homicida múltiple «está convencido de que necesitaba perpetrar estos atentados para salvar Noruega del Marxismo cultural y el dominio musulmán».

En una larga disertación de 1.500 folios en la que elabora su filosofía, Breivik se refiere de forma favorable a reconocidos polemistas anti-musulmanes de Estados Unidos — fanáticos que normalmente presumen de su influencia pero que, por alguna razón, ahora pretenden negarla.

Breivik citaba más de 60 veces a Robert Spencer, un escritor que dirige un portal llamado Jihad Watch. Spencer es el autor de títulos como «La yihad oculta: cómo somete el islam a América sin armas ni bombas», «¿La religión de la paz?: por qué el cristianismo lo es y el islam no», o «La verdad sobre Mahoma: el fundador de la religión más intolerante del mundo».

En su portal, Spencer respondía el lunes diciendo que «los crímenes de Breivik se están utilizando para desacreditar cualquier resistencia a la supremacía islámica y la yihad global». ?l trataba de hacer un paralelismo: «Charles Manson creyó escuchar voces que le ordenaban matar en la canción de los Beatles «Helter Skelter» y cometió un homicidio múltiple. No había ninguna orden de matar en la canción».

La comparación es absurda, por supuesto. No hay nada en «Helter Skelter» que hable de Sharon Tate ni de ninguna de las otras víctimas de Manson; la oración con más carga es «Puedes ser amante pero no bailarín». La obra de Spencer, por el contrario, está totalmente relacionada con la forma en que los musulmanes amenazan presuntamente a todos los que aman la paz y la libertad.

En su manifiesto, Breivik también cita el blog Atlas Shrugs que lleva Pamela Geller, una de las detractoras más vigorosas del centro islámico con mezquita propuesto en el Bajo Manhattan. El domingo, Geller escribió que la «maquinaria islámico-izquierdista» trata de cargar la masacre a «los que trabajamos con diligencia para educar a la gente».

¿Quién es entonces responsable de la indignación de Breivik? «Anders Behring Breivik es responsable de sus actos», escribe Geller. «Si alguien le incitó a la violencia son los supremacistas islámicos».

Al menos un bloguero anti-musulmán tuvo la decencia de reconocer sentirse «muy mal» por aparecer citado en los escritos de Breivik. El anónimo «Baron Bodissey», que administra un portal llamado Gates of Vienna, escribía que Breivik «es un monstruo y merece tan poca clemencia como la que demostró hacia sus víctimas inocentes y desarmadas».

Por desgracia, el bloguero se dedica a escribir que «la total falta de respeto a la vida humana por parte de Breivik no es, sin embargo, algo que pueda haberme copiado a mí, ni a ningún otro de los escritores críticos con el islam que conozca… De hecho, la falta de respeto a la vida humana es a menudo una de las grandes carencias de la cultura islámica que venimos señalando constantemente».

Piense en las implicaciones de esa última oración. Si los musulmanes no albergan ningún respeto a la vida humana, entonces ¿por qué debe alguien respetar su vida? ¿O, a esos efectos, las vidas de los funcionarios públicos que invitan a los musulmanes a vivir entre nosotros? ¿O las vidas de los hijos e hijas de estos vendepatrias traidores?

Breivik consideraba al parecer la presencia musulmana en Noruega y el resto del mundo resultado de la inmigración y «el multiculturalismo» — y una amenaza a la civilización y la cultura originales. Es cierto que las sociedades europeas han tenido problemas con la asimilación; fíjese en la proliferación de partidos políticos antiinmigrantes de derechas que se extiende por el continente. No tiene nada de malo reconocer que el ajuste de Europa a su nueva diversidad va a llevar tiempo y esfuerzos.

Pero la realidad aquí es completamente diferente. La asimilación es algo que Estados Unidos hace igual de bien que cualquier otro país. Nuestra demostrada capacidad de transformar a los inmigrantes en estadounidenses nos concede una ventaja competitiva en un momento en el que las poblaciones del mundo desarrollado envejecen con rapidez.

Una razón de que lo más granado del mundo siga queriendo venir aquí es que la Constitución ampara la libertad religiosa. Con independencia de lo que puedan decir las fuentes con prejuicios de críticas anti islam, esta garantía ampara a los musulmanes tanto como a cualquier otro hijo de vecino.

Eugene Robinson
Premio Pulitzer 2009 al comentario político.
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