E. Robinson

Premio Pulitzer 2009, Catedrático Neiman de Periodismo en Harvard y Editor de la sección Exterior del Washington Post.

 

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Eugene Robinson – Washington.- Se han dado prisa. Ahora tenemos pruebas de que la Asociación Nacional para el Avance de las Personas de Color tenía razón.Cuando la principal organización de derechos civiles aprobó una resolución condenando las muestras de racismo de los activistas fiscales, los líderes del movimiento reaccionaron con un recelo tan espeso que se podía cortar con cuchillo – y a continuación demostraron que la NAACP estaba perfectamente justificada.

El domingo, la Federación Nacional de Grupos de Protesta Fiscal anunciaba que expulsaba a una de las figuras más destacadas del movimiento — un radical de California llamado Mark Williams — por las cosas escandalosamente racistas que había dicho de la NAACP. Expulsado junto a Williams está toda su organización, Tea Party Express, que venía siendo un colectivo particularmente activo y destacado.

El colmo fue una carta «satírica» que Williams, locutor de derechas, colgó en su página web. Se supone que es una misiva del secretario de la NAACP Ben Jealous a Abraham Lincoln, y la Federación la consideró «claramente ofensiva». Con razón.

Este es un pasaje: «Nosotros la Gente de Color hemos celebrado una votación y decidido que no recolectaremos todo eso de la emancipación. Libertad significa tener que trabajar de verdad, pensar por nosotros mismos y aceptar las consecuencias junto a las recompensas. ¡Eso es simplemente demasiado pedir de nosotros, la Gente de Color, y exigimos que se abandone la práctica!»

Sorprendentemente, empeora:

«La idea más racista quizá de todas del movimiento de protesta fiscal es su exigencia de que la administración ‘deje de subirnos los impuestos’. ¡Esto es escandaloso! ¿Cómo vamos a tener televisores panorámicos la gente de color en todas las habitaciones si los blancos conservan lo que ganan? ¡Totalmente racista! ¿Espera el movimiento que los negros sean miembros productivos de la sociedad? Sr. Lincoln, fue usted el mayor de los racistas. Vivimos a lo grande. Tres plazas, alojamiento y comida, todas nuestras decisiones tomadas por los inquilinos de la casa. Sírvanse derogar las Enmiendas 13 y 14 y volvamos a donde pertenecemos».

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Eso no es sátira, es discurso de incitación. La federación nacional debe ser elogiada por distanciarse con rapidez de este fanático recalcitrante. Pero Williams no es una figura oscura del margen del movimiento. Es uno de los grandes.

Tea Party Express tiene como «patrocinador nacional» a un comité de acción política llamado Nuestro País Merece Algo Mejor, que dedicó alrededor de 350.000 dólares a la victoriosa campaña del Senador de Massachusetts Scott Brown y destina cientos de miles a Nevada a nombre de la candidata Sharron Angle. Tea Party Express presume en su página web de haber organizado mítines con oradores como Sarah Palin, Ann Coulter o un tal Samuel Joseph Wurzelbacher, más conocido como Joe el Fontanero.

¿El resto de los líderes del movimiento nunca observaron la retórica de Williams antes? Su obsesión más reciente, antes del desliz de la NAACP, ha sido una cruzada para detener la construcción de una mezquita en el bajo Manhattan, cerca de la Zona Cero. Ha llamado a la estructura propuesta un lugar donde los musulmanes honrarán a los secuestradores de Al Qaeda y «adorarán al ídolo de los terroristas». Ha llamado al Presidente Obama «musulmán de Indonesia metido a matón del estado del bienestar».

Si Williams es ahora un parias en los círculos del movimiento, es progreso. Pero este episodio debería invitar a la dirección nacional a hacer un ejercicio de introspección y reconocer – no sólo frente al resto de nosotros, sino también frente a ellos mismos – que la desagradable retórica de tintes raciales ha formado parte del percal del movimiento desde el principio. Si el clamor popular del movimiento va a madurar en algo importante y duradero, tiene que purgarse de este veneno.

Y si el Partido Republicano va a tratar de aprovechar la pasión del movimiento de cara a los candidatos Republicanos, los líderes responsables deben dejar claro que el racismo no será tolerado. Pero el secretario de la oposición en el Senado Mitch McConnell rehusaba hablar del desliz de la NAACP al ser preguntado el domingo, y el Senador John Cornyn aportaba que acusar de racismo al movimiento es «calumnioso».

No es calumnioso si es verdad, Senador. Nadie puede negar que alguna fracción de la energía considerable del movimiento está generada por el racismo. Excomulgar a Mark Williams es un punto de partida para renegar y distanciarse de este elemento – pero sólo el comienzo.

Y por cierto, ¿se acuerda que el fiscal general Eric Holder nos animó a celebrar un debate nacional sobre la raza? Bueno, así es como se hace – torpe y puntualmente, casi siempre como reacción a un suceso concreto. No hablamos, gritamos y nos quejamos. No es estético, pero es el estilo americano.

Eugene Robinson
Premio Pulitzer 2009 al comentario político.
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