A James Brabazon, director de documentales, le «contrataron» en 2004 con una misión peculiar: filmar la llegada del nuevo presidente a Guinea Ecuatorial para darle «legitimidad» al golpe de estado que estaban preparando varios mercenarios, como Simon Mann o Nick du Toit. Ahora el propio cineasta ha contado la historia en un artículo en The Independent, del que se ha hecho eco el blog Guerra y Paz.

El articulo de James Brabazon en The Independent

El intento de golpe de estado para derrocar a Teodoro Obiang en 2004 se ha convertido en uno de los más oscuros y publicitados de la historia moderna. Además de los mercenarios británicos que lo organizaron, estuvo involucrado Mark Thatcher, hijo de la ex primera ministra del Reino Unido y existen además sospechas de que gobiernos como el de EEUU, el británico… y el de José María Aznar, respaldaban el golpe.

James Brabazon es periodista y autor de documentales. Para uno de ellos «Liberia. An Uncivil War» (Liberia. Una guerra incivil) tuvo que viajar en 2002 al país africano y contrató para su seguridad a Nick du Toit, un ex soldado sudafricano convertido en mercenario. El propio Brabazon cuenta en su artículo como du Toit salvó su vida en dos ocasiones -en una de ellas le retiró un segundo antes del lugar en el que impactó un proyectil que destrozó al soldado con el que estaba hablando. Todo esto los convirtió en grandes amigos.

Asi que al año siguiente cuando se reencontraron en Bruselas, du Toit le propuso a Brazabon un negocio: filmar el golpe de estado que estaba preparando en Guinea. Querían echar al actual presidente -Teodoro Obiang- pero necesitaban que pareciera una revuelta interna para ganarse el reconocimiento internacional, por ello estaban reclutando soldados negros. El mercenario le ofreció al director ser el cineasta de esta operación y una exclusiva:

Me llevarían sobre el terreno en el terreno antes de que el contingente aterrizara, y según me informó, mi trabajo consistiría en filmar la llegada del nuevo presidente, flanqueado por mercenarios negros, para que parecieran soldados rebeldes locales ?? y no el remanente de una unidad de fuerzas especiales de la era del apartheid ??. Esta grabación ?? las únicas imágenes de televisión que existirían ?? serían entregadas a todos los medios del mundo, comprando tiempo para que el nuevo régimen se asentara en las instituciones. Como compensación, yo podría filmar en exclusiva todos los aspectos del golpe para mi documental, que podría desvelar una vez que Nick hubiese cobrado.?

El artículo y la revelación de James Brabazon, como el mismo admite se zambulle de pleno en la ambigüedad moral. Du Toit había aprendido que un reportero de guerra es tan oportunista como un mercenario y ahora le estaba ofreciendo la oportunidad de dirigir una película sobre su propia guerra privada. Una oportunidad que, según Brabazon, ningun periodista en su sano juicio rechazaría… aunque era consciente que le convertía en colaborador de una conspiración y en algo asi como el propagandista oficial -al estilo Leni Riefenstahl- de su aventura africana.

 

El actual presidente-dictador de Guinea Teodoro Obiang

James Brabazon aceptó y llegó posteriormente a reunirse en París con el cabecilla del grupo: Simon Mann. Se enteró de todos los detalles pero 48 horas antes del golpe le robaron su movil y perdió el teléfono de Mann. Cuando consiguió contactar con du Toit para pedirle de nuevo el número, el mercenario se mostró evasivo. Poco después Brabazon se enteró de que el avión de los mercenarios había sido interceptado y los hombres detenidos.

Según cuenta en su artículo aún hubo otro intento de derrocar a Obiang en el que involucraron a la fuerza a du Toit. Pero había tantos espías infiltrados dentro de la conspiración que todo fue una trampa para atrapar a los involucrados. El resultado fue la detención de Nick du Toit, Simon Mann y casi todos los responsables de esta «aventura»… excepto el propio James Brabazon. Su abuelo falleció justo cuando debía acudir a Guinea para filmar el segundo intento de golpe y pospuso el vuelo. Esto le salvó de una sentencia en una de la peores prisiones del planeta, Black Beach, donde sí está confinado su amigo du Toit.

Para muchos, el periodista Adam Roberts hizo la mejor descripción posible de los relativo al intento de golpe en su libro «The Wonga Coup«. El propio Roberts reveló algunos detalles más en una conferencia en The Frontline.

 

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