[actualizada] Saramago, El Greco, Mozart, eran personajes que pertenecían al ámbito del Ministerio de cultura, ahora, gracias a Ángeles Sinde y la complicidad de Rubalcaba, podrían compartir espacio con los matadores «El Juli» o con Cayetano Rivera Ordoñez.

«Los toreros nos sentimos artistas». Asi justifica un grupo representativo de este colectivo la petición hecha al Gobierno para el  traslado de las competencias lo que tiene que ver con el mundo taurino, del Ministerio del Interior al de Cultura.

El ministro Rubalcaba ha anunciado que esa petición ha sido aceptada y que en breve se procederá al cambio. Parece, sin embargo, un trapaso basicamente simbólico.

Un grupo integrado por Cayetano Rivera Ordóñez, Julián López ‘El Juli’, Enrique Ponce, Miguel Ángel Perera, Manuel Jesús ‘El Cid’, Alejandro Talavante y José María Manzanares (hijo) junto al presidente de la Mesa del Toro, Carlos Núñez, y el abogado y ganadero Javier Araúz de Robles ha impulsado el movimiento que se hizo oficial en una reunión mantenida con el Ministro del Interior.

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La mayor parte de las competencias taurinas estaban transferidas a las Comunidades Autónomas que son las que establecen los reglamentos. Técnicamente el Gobierno solo tiene dos competencias sobre este mundo: el análisis de las astas que se hace en un laboratorio de Canillas y el registro de profesionales.

Los toreros han impulsado esta antigua reivindicación porque creen que desde el Ministerio de Cultura se puede fomentar un mayor apoyo a su causa. La propia González Sinde ha declarado que su Departamente puede hacer «una labor de armonización de coordinación, de fomento, de apoyo a la fiesta taurina».

La noticia ha provocado algunas  reacciones de apoyo entre la política del Congreso, especialmente desde el PP pero ha desatado muchas críticas en Internet.

El asunto  ha tenido también una cierta repercusión  en el extranjero, llegando incluso a la prensa japonesa: La «industria taurina española busca un mayor reconocimiento», dice Manichi Daily News.

Y en efecto, no se trata de un simple traslado de competencias, sino de un intento de mejorar el reconocimiento social que tiene la polémica industria del toro.

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