David Roman analiza en radiocable.com la situación de la compañía de renovables tras la petición del preconcurso de acreedores y el impacto de la noticia para la imagen de España. El corresponsal de Dow Jones/Wall Street Journal considera que el preconcurso era «inevitable» para Abengoa, pero no implica necesariamente la quiebra de la empresa. Y menciona algunas ventajas de Abengoa de cara a la negociación con acreedores y bancos: haber reconocido los errores, tener activos valiosos y 7.000 empleados en España. Pero ante las tentaciones de rescatarla, advierte que existe el riesgo de exagerar el impacto de imagen para España: «Muchos inversores consideran que una bancarrota es mejor que una empresa zombie».

David Roman señala que la petición del preconcurso de acreedores de Abengoa era «inevitable» tras la salida del accionista que iba a aportar el dinero para hacer la ampliación de capital anunciado. Pero apunta que el preconcurso es un modelo legal que permite protegerse de reclamaciones durante cuatro meses y seguir negociando para buscar acuerdos que eviten la quiebra. Añade que son situaciones «comunes en España y en otros países» y es difícil pronosticar cómo pueden acabar.

El corresponsal recuerda en este sentido que muchas grandes empresas han estado en concurso de acreedores: «En EEUU todas las grandes aerolíneas han entrado y salido de esta figura y alguna, varias veces. Y General Motors, también. Y no siempre se llega a la liquidación de la empresa. De hecho es común, en economías desarrolladas que el concurso de acreedores no termine en quiebra, porque eso supone liquidar los activos y suele implicar malvenderlos, algo que no interesa a nadie. Por eso no hay que pensar que un preconcurso de acreedores lleva inevitablemente a la quiebra y que los números de deuda y pasivo que se están conociendo implican que Abengoa esté acabada.»

Sobre los motivos que han lleva a la empresa a esta situación, David Roman asegura: «Han llegado aquí por los errores que han cometido y porque no les favoreció la situación económica: justo cuando empezaron a hacer proyectos a crédito para quedárselos ellos en vez de ser proveedor de servicios para otros clientes, llegó la crisis que les ha llevado a una situación extrema.» Pero resalta que Abengoa tiene una ventaja sobre otras compañías: ha reconocido los errores y está aceptando las soluciones que dan los acreedores. Recuerda, por ejemplo, que éstos obligaron a que el presidente dejara el puesto y a los accionistas a aceptar a un socio capitalista y ambas cosas se hicieron.

En cuanto al impacto para la imagen y la marca España que la quiebra de una empresa como Abengoa podría tener, el periodista del WSJ advierte: «Existe el peligro de exagerar el impacto a la imagen por los problemas de Abengoa. Hay muchos inversores que consideran que una bancarrota es mejor que una empresa zombie. No necesariamente rescatar y salvar a una compañía va a ser bien recibido por los mercados y dar buena imagen en el exterior. Lo que siempre da buena imagen es que una compañía que no era rentable y tenía una deuda brutal, empiece a ser rentable. Y como conseguir eso es lo que ahora se discute.»

Roman añade que en este terreno, Abengoa tiene una ventaja: «Se está comparando con la anterior gran quiebra que hubo, la de Martinsa-Fadesa. Pero ésta era una compañía sobredimensionada sobre una base de activos muy pequeña y devaluada, centrados en la inmobiliaria. No es el caso de Abengoa, que tiene muchas propiedades valiosas, que están dando rendimiento o proyectos empezados que cuando se acaben tienen garantizados los ingresos. Eso y los 7.000 empleos que tiene en España, les da a los gestores de la empresa una potestad adicional a la hora de negociar con los bancos.»

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