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El conflicto en Cataluña ha colocado a los medios internacionales y a los periodistas que cubren la actualidad española para estas cabeceras, bajo un potente foco de atención. Incluso aún más que la crisis económica de 2011. Las informaciones publicadas fuera han provocado aplausos enfervorizados y feroces críticas.

Una presión pocas veces vista sobre los corresponsales extranjeros que ellos mismos han puesto de relieve y consideran exagerada. En los últimos días, se han publicado más textos que señalan esta situación intentando evidenciar una paradoja: los españoles otorgan una desmedida atención a lo que escriben estos profesionales que gozan de una mística que ellos mismos intentan rebajar recordando que muchas veces «trabajan en pijama».

Guy Hedgecoe, que es corresponsal de The Irish Times y colaborador de la BBC, incluso acuñó hace un tiempo un término para describir la situación: el síndrome el-New-York-Times-cree-que-somos-una-mierda. Y esta misma semana publicaba un nuevo artículo en el que apunta que aunque esta «patología seria pero poco entendida» se solía manifestar en forma de «entusiasta curiosidad», en las últimas semanas se ha transformado en una «quisquillosa actitud defensiva». Menciona como ejemplos los artículos de Muñoz Molina «In Franco Land» y de Ignacio Torreblanca, «Anglocondescendencia» criticando las referencias al franquismo y la dictadura en muchas informaciones. Pero defiende que en la crisis catalana el contexto histórico es fundamental para entender la situación y es «de sentido común» que los corresponsales lo usen.

Giles Tremlett, que fue durante muchos años corresponsal de The Guardian y The Economist en España y ahora es analista para el primero, también ha relatado en un artículo de Eldiario.es las «peripecias de un periodista inglés para escribir sobre Cataluña» ironizando con que tiene un cubo de hielo imaginario al lado de su escritorio para meter a veces la cabeza. Denuncia que si lo que escribe «molesta a los independentistas, eres rehén de `la prensa de Madrid´ y si enfadas a los españolistas, eres un tonto cuya visión está manchada por la leyenda negra o anclada en el franquismo». Sostiene que «todos estamos condicionados por prejuicios culturales cuando hablamos de otros países» pero considera que para entender mejor cualquier tema, «siempre es bueno mirarlo desde perspectivas múltiples, sean condescendientes o no».

Esta presión sobre los corresponsales también ha provocado algún texto que usa el humor para dejar en evidencia la situación. Un artículo de Gonzalo Suárez en El Mundo recordada una conversación de hace siete años, en plena crisis económica y del euro, entre dos corresponsales británicos de «diarios de talla mundial». En ella uno de los periodistas se quejaba de la repercusión que tenía en la prensa española cualquier análisis o comentario que escribía sobre la economía. El otro replicaba que a él, le llamaban de La Moncloa para «ponerle como un trapo por cualquier matiz tonto». Y finalmente señalaba: «Esto es una locura ¡Sólo somos dos tipos que trabajan en pijama desde casa».

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