Iñaki Gabilondo en Noticias Cuatro: «Uno de los efectos, no menores, del seísmo que sacude al mundo es el desbarajuste ideológico que está provocando. Nadie ha retirado aún las viejas etiquetas pero ya no se sabe qué reflejan, qué quieren decir. Los liberales siguen presentándose como tales, y los socialistas asimismo, manejando los antiguos nombres, como si así pudieran ser fácilmente reconocidos e identificados. Pero ya no es tan sencillo, desde hace algunos años no lo es.

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El liberal socialismo y el social liberalismo se distinguían más que nada por la ferocidad con que se enfrentaban y, encima, aparecía el centrismo para aumentar la aglomeración. Los más jóvenes empezaron a transmitirnos señales de confusión hace mucho tiempo. En España, iniciativas rotundas del Gobierno y actitudes ultramontanas de la oposición aclararon perfectamente los espacios. Pero los últimos acontecimientos lo han embarullado todo cuando, en pleno apogeo de la doctrina neocon, los gobiernos se lanzaron a nacionalizar bancos y otras operaciones similares, el lío llegó al paroxismo, máxime cuando nadie había abjurado, ni abjuró después, de su fe liberal. Los manuales saltaban en pedazos, Bush, Sarkozy, Evo Morales, Hugo Chávez, ¿qué son, qué dicen que son, qué hacen? La papilla teórica es intragable, el descacharre general permitió ayer noche a Esperanza Aguirre afirmar que Franco había sido socialista y han alcanzado gran fama algunos colegas que se han inventado el liberalismo modelo Montejurra, todo vivas y mueras. Los especialistas, hace tiempo desbordados, dicen que estamos en la post-política, pero no es cierto. Por el contrario, se está librando una batalla política formidable aunque no es seguro que todos los contendientes lo sepan.»

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