Ellen Goodman

Premio Pulitzer al comentario periodístico.

 

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Ellen Goodman – Boston.  Como si los Republicanos no tuvieran suficientes problemas con los tránsfugas, se han metido en una purga. Dick Cheney estuvo en ??Face the Nation.? A elegir entre un Republicano como Rush Limbaugh o Colin Powell, el ex vicepresidente no sólo eligió a Rush sino que con sarcasmo aparcó al general de la lista, diciendo, «no creo que siga siendo Republicano.?Esto sucedía menos de dos semanas después de que Arlen Specter evaluara las probabilidades de ganar las primarias Republicanas de Pennsylvania como imposibles. Hasta el hombre que arrolló a Anita Hill y sigue prefiriendo a Norm Coleman antes que a Al Franken fue conducido al otro lado del hemiciclo.

Las despedidas no muy cariñosas que acompañaron a Specter no fueron nada en comparación con los piropos Republicanos destinados a David Souter. El juez que había sido designado por el Senador Republicano Warren Rudman, nominado por el Republicano George H.W. Bush, y ratificado con el apoyo aplastante del Senado Republicano era excomulgado como miembro falso del partido.

No le sorprenderá lo que tienen en común estas purgas: todos son partidarios del derecho de la mujer a elegir. Tampoco le sorprenderá que el aborto sea la prueba de autenticidad del resto del círculo íntimo Republicano. De hecho, este examen será aplicado una y otra vez durante la batalla por el relevo de Souter. A menos que el Presidente Obama nomine al Supremo a Robert Bork, vamos camino a otro enfrentamiento centrado, una vez más, en el veredicto de Roe vs. Wade.

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Olvidamos a veces que el Partido Republicano no fue siempre así. No hace tanto, teníamos políticos favorables al aborto como Barry Goldwater. O Ronald Reagan, en su primer mandato. O George H.W. Bush, que era favorable al aborto antes ser favorable a su victoria. El cuadrante nordeste del país fue en tiempos la sede de mujeres Republicanas partidarias del aborto, desde la fundadora de Planned Parenthood Margaret Sanger hasta Bárbara Bush. Ahora hemos perdido dos senadoras Republicanas de Maine que aún están a tiempo de serles prohibida la comunión con sus correligionarios del Congreso.

Esta purga me ha conducido a preguntar lo que habría sucedido si este primer caso de aborto en llegar ante el Supremo no fuera Rove vs. Wade. ¿Qué hubiera pasado si hubiera sido Susan Struck vs. Secretario de Defensa? ¿Qué habría pasado si hubiera sido presentado por la mujer que no quería un aborto?

?ltimamente, la juez Ruth Bader Ginsburg ha estado fuera, demostrando coraje y fortaleza, hablando acerca de la soledad de ser la única juez en un estrado de ocho magistrados más. En varias ocasiones pensó en voz alta acerca del caso que prosperó — el único que le había gustado argumentar ante el tribunal cuando era picapleitos de los derechos de la mujer.

Susan Struck era capitana de las Fuerzas Aéreas, una enfermera, cuando se quedó embarazada en 1970. Su oficial al mando le dijo que tenía dos opciones: el aborto o la dimisión. Struck eligió una tercera opción: la demanda. Ginsburg, letrada de la Asociación de Libertades Civiles, defendió que la regulación que prohíbe el servicio a la nación a las mujeres embarazadas era discriminación sexual. También argumentó que el derecho a tener o no un hijo por parte de Struck era una elección personal. La intervención del gobierno era una violación de su libertad.

El caso iba a ser elevado al Supremo cuando el fiscal general Erwin Griswold — antiguo rector de la Facultad de Derecho de Harvard, donde trataba con desprecio a las estudiantes — se imaginó que iba a perder. De manera que el inteligente fiscal aconsejó a las fuerzas armadas que cambiara la norma y el caso prosperó.

Hoy, es endiablado pensar en lo diferente que habría sido toda la polémica si el primer caso ante el Supremo que defendía el derecho a decidir hubiera sido planteado por una mujer deseosa de tener hijos. ¿Habríamos entendido mejor esta realidad: un gobierno que puede obligar a una mujer a someterse a un aborto es el mismo gobierno que puede obligar una mujer a continuar con su embarazo? ¿Habría cambiado un Partido Republicano tradicionalmente tan reticente a la ampliación de competencias del gobierno?

Todo es historia a estas alturas. Pero cuando se produzca el debate por el próximo juez, cuando escuche hablar de Jane Struck, piense en Susan Struck. Cuando «conservador pro aborto» suena a oxímoron, recuerde las palabras de Barry ??Mr. Conservador? Goldwater:

«Un montón de presuntos conservadores hoy desconocen lo que significa la palabra. Piensan que me he hecho progresista porque creo que la mujer tiene derecho al aborto. Esa es una decisión que depende de la mujer embarazada, no del Papa ni de algún samaritano de la derecha religiosa. No es en absoluto un problema conservador.?

¿Dónde se situaría hoy? ¿Qué diría Dick Cheney? Barry, pírate a un gulag.

Ellen Goodman
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