Un río en EEUU

(Foto: Flickr/ Suburbanbloke)

El problema y la guerra del agua en España es de tal calibre que hasta el New York Times le acaba de dedicar un artículo analizándolo. Tras meses de peleas políticas internas entre comunidades, el Gobierno parece ahora decidido a buscar un gran pacto del agua que integre a todos los afectados y resuelva este problema endémico en España. Pero además de las posibles soluciones barajados hasta la fecha -trasvases, desalinizadoras, pantanos…- existe otro del que apenas se habla: los bancos de agua.

En California, que tiene una climatología similar a la mediterránea y que lleva décadas sufriendo también sequías, apostaron por estos bancos de agua hace años. Y tras los últimos problemas vividos en Cataluña, Valencia y Murcia, numerosos expertos han recomendado tomar ejemplo de este modelo.

Sin embargo en España, hasta finales de la legislatura pasada, ni se planteaba la cuestión. Julio Barea, responsable de Aguas de Greenpeace, explica para radiocable.com cómo el año pasado se modificó la Ley de Aguas para poder poner en practica las primeras experiencias en España. Los ecologista apoyan esta herramienta siempre que sea para casos puntuales y que no impliquen usar pozos ilegales ni infraestructuras que esquilmen más los ríos.

El sistema en California se nutre de las concesiones históricas de los regantes y se basa en la transferencia de derechos de uso entre los agricultores y los consumidores, tanto urbanos como industriales. Todo regulado de forma estricta por el Departamento de Recursos Hídricos americano. Los agricultores pueden comercializar hasta el 20% de su agua a cambio de dejar sin cultivar un porcentaje equivalente de sus tierras. Y sólo pueden comprar ese agua quienes han aplicado medidas de ahorro.

Los bancos de agua se implantaron en el Estado norteamericano a principios de los años 90 y ahora puede decirse que terminaron por favorecer el ahorro de agua y también la sustitución de cultivos. Muchos agricultores se pasaron a variedades más rentables porque requerían menor riego y así podían vender el sobrante de agua.

En España, se ha tardado muchísimo en articular un sistema similar y todavía está dando sus primeros pasos. La compra de asignaciones de agua ajenas era algo habitual entre los agricultores de diversas zonas del país y siempre ha exisitido también un importante mercado negro del agua, pero hasta ahora siempre se había hecho sin ningun tipo de control público.

Ahora parece que se empieza a dar una oportunidad a esta herramienta y en Andalucía incluso se ha articulado una primera experiencia de banco de agua. Gestionará el 10% de los recursos del Guadalquivir y se prevé que puedan beneficiarse de él sobre todo los regantes, que podrían salvar cultivos o recibir compensaciones.

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