El influyente diario económico británico ha alabado en un editorial las reformas anunciadas por nuevo el gobierno de Mariano Rajoy. El Financial Times habla del «duro camino que tiene Madrid hacia la credibilidad fiscal», pero cree que los primeros pasos del ejecutivo van «basicamente en la buena dirección» pero le advierte que no debería obsesionarse con el deficit y los ajustes: «la austeridad en exceso podría resultar contraproducente.

Portada del FT

El Financial Times empieza aludiendo al Quijote y apuntando que tanto Rajoy como el Ministro de Economía, Luis de Guindos, no necesitan inventarse enemigos, porque «ya tienen una batalla muy real entre manos». Explican que «para ser justos, el primer ministro y sus compañeros de viaje han avanzado hasta ahora en lo que es básicamente la buena dirección. Su programa de ajuste de 15.000 millones de ? envió una señal creíble a los mercados de que el gobierno se ha comprometido con la consolidación fiscal. Igual de importante fue su mensaje a los bancos de que tendrían que limpiar sus balances sin esperar ninguna ayuda adicional de la tesorería.»

Destacan además el elevado déficit, la tasa de desempleo y el reciente «rescate» que hizo el gobierno español de la Comunidad Valenciana como algunos de los problemas más graves a los que se enfrenta el país.

Pero el diario lanza también un par de avisos a Rajoy: «Para completar su viaje a la tierra de la redención fiscal, el primer ministro tiene que tener cuidado con la reducción del déficit de España. El país se ha comprometido con un objetivo de déficit del 4,4% del producto interior bruto para 2012. Si bien hay espacio para más de ajustes, el señor Rajoy y sus homólogos europeos no deberían considerar este objetivo como un mantra. Los mercados están cada vez más preocupados por las perspectivas de crecimiento y la austeridad en exceso podría resultar contraproducente».

Y la segunda advertencia es que «Rajoy también se debe tener cuidado con la manera en que toma las riendas en el gasto autonómico. Demandas legítimas de una supervisión más cuidadosa por parte de Madrid no se deberían utilizarse para camuflar una agenda anti-federalista. Arremetiendo contra estos «molinos de viento» de división se corre el riesgo de crear verdaderos enemigos en las regiones de España».

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