Casualidad o no, los casos de corrupción descubiertos en los últimos meses han proyectado la falsa opinión de que los políticos, por definición, no son honrados. Días atrás, una senadora nos hablaba sobre el tema: «Esta mañana un chico en el metro leía un periódico que se preguntaba a doble página: ¿Son los políticos corruptos?. El mismo titular se podría hacer sustituyendo el sustantivo por periodistas o empresarios». «¿Todos los políticos son iguales? ¿Son todos unos corruptos? Quiero pensar que no, y también que no todos los partidos tratan igual a sus manzanas podridas», se pregunta el blogger Nacho Escolar.

Escolar dice que «es obvio que el ladrillo feroz no sólo dejó 3,8 millones de pisos vacíos, un horroroso paseo marítimo casi ininterrumpido desde Francia a Portugal y una crisis económica que es hoy la envidia de Europa. La nefasta herencia de la burbuja inmobiliaria española también incluye una numerosa colección de ladrones con sueldo público que se forraron a costa de nuestro dinero, de las hipotecas que pagaremos durante décadas».

Asimismo, Luis Solana se fija en el último caso de corrupción destapado en Cataluña: «Me parece que, estas historias presuntamente penales que han salido desde Santa Coloma de Gramenet, son normales». «Las comisiones son parte de la vida económica de cualquier empresa; lo malo es cuando se considera lógico pagar comisiones a quien trabaja, a quien intermedia y a quien tiene poder político para decidir. Esta mezcla es demoledora», sentencia.

Mientra tanto, desde Catalunya, Guillem Carol llama a la tranquilidad: «Ahora, más que nunca, es necesario poner de relieve el compromiso, la nobleza, la determinación y los sacrificios de muchas personas que, por vocación de servicio a la comunidad, se han dedicado a la política. No podemos permitir que cuatro chorizos sean la bandera».

Manolo Saco también habla sobre el tema y considera que «no puede ser que un ministro del PSOE tenga que dimitir porque cazó sin licencia, y en cambio un juez amigo del alma del PP pueda sobreseer una causa contra Camps sin que sus compañeros de judicatura lo investiguen por presunto prevaricador. Alguien tiene que dar ejemplo, y parece que siempre le toca a la izquierda».

Más comentarios. Lluís Bassets se fija en Garzón, que destapó esta semana un presumible gran caso de corrupción en la provincia de Barcelona… «¡Qué misterioso país! Un solo juez lo hace todo. Perseguir terroristas, procesar piratas somalíes, rebuscar en las fosas del franquismo, desmontar las tramas de corrupción de los partidos, y todo eso después de procesar a Pinochet, revolver en los crímenes de Estado o golpear al narco. ¿Y qué hacen los otros jueces? A veces se diría que rabiar por lo mucho que trabaja el juez único e incluso dedicarse a buscarle las cosquillas para ver si se le puede pillar en fragrante prevaricación».

El periodista Javier Casal, como es habitual, también habla sobre este tema. «La Gürtel, Santa Coloma, El Ejido, el caso Palma Arena… ¿Queda algún político en este país que no se haya dejado seducir por un maletín? Estoy tan convencido de ello que quiero que este post sea un reconocimiento a los concejales o diputados que no tienen quizá la repercusión mediática de los Bárcenas, Sepúlveda, Panero y compañía», confiesa.

Por último, Albert Medran analiza el tema desde otra perspectiva… «Este tipo de escándalos de corrupción refuerzan varias conductas de los seguidores de los partidos políticos. Se ponen en marcha mecanismos de defensa y justificación que son dignos de mención. ¿Qué consecuencias prácticas puede tener este caso en una localidad como Santa Coloma de Gramenet, dónde el PSC casi siempre obtiene más del 50% de los votos? Seguramente, pocas».

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