La convocatoria de una procesión atea coincidiendo con el Jueves Santo en Madrid y su posterior prohibición ha provocado un fuerte debate en la blogosfera. Muchos acusan a la Iglesia de «intolerancia» o de no admitir a quienes piensan diferente y la «disidencia». Hay además grandes críticas contra el delito de ofensa a los sentimientos religiosos que se considera que privilegia a los católicos. Y también hay voces que creen que toda esta polémica en el fondo perjudica al laicismo.

Cartel de convocatoria de la procesion

Hugo Martinez Abarca en Quien mucho abarca: «Probablemente la teocracia existe«. Defiende que «más allá de la evidente deriva inquisitorial del catolicismo militante y de la complacencia de los supuestos moderados (cuya moderación consiste en estar más cerca de quienes quieren prohibir un derecho fundamental que de quienes quieren ejercerlo), la mera existencia de un delito de ofensa a los sentimientos religiosos supone privilegiar a quienes creen en dioses».

Javier Armentia en Por la boca muere el pez: «Quieren acabar con la disidencia«. Asegura que «basta ya. No es normal este acoso por parte, además, de quienes son expertos en acoso y demás. No es lógico que se les deje una impunidad que nadie tiene. La blasfemia no puede ser un delito en una sociedad democrática y con libertad de opinión. No hay nada sagrado que se pueda sustraer a la crítica».

Marcos Taracido en Libro de notas: «Nadie puede criticar a la Iglesia«. Defiende que «Es el mundo al revés: una entidad como la Iglesia Católica que hace todo lo posible introducirse en las instituciones e influir en la política y asuntos de Estado no soporta que nadie se meta con ella y arremete legalmente contra todo lo que le ofenda.»

Felix Soria en Im-pulso: «España viaja en el tiempo hacia el pasado«. Sostiene que » hay jueces que abren diligencias en base a denuncias radicalmente políticas y carentes de racionalidad y mediante las que se exigen derechos acaso inconstitucionales, salvo que hayamos regresado a la España del una, grande, libre y nacional-católica».

Juan Cruz en Mira que te lo tengo dicho:»Ateos y creyentes«.  Considera que «los ciudadanos que no creen en Dios tienen derecho a proclamar su creencia, y a difundirla, igual que los religiosos estiman adecuado dar voz a sus creencias para tratar de seducir ahora a otros para que les sigan. Discrepo con los ateos en su deseo de hacer coincidir su manifestación, o procesión, con estas tan abundantes que tienen ahora los creyentes».

Manolo Saco en Fuego amigo: «Nos vemos en la procesión«. Ironiza «aunque el alcalde Gallardón no lo dice, en el fondo pretende con ello defender a sus votantes del ridículo de contemplar en el espejo de la procesión atea lo perjudicial que puede resultar para la salud mental de la gente sensible esa representación teatral de la Semana Santa, esa tragedia de nazarenos que se despellejan a latigazos…»

Antonio Aramayona en La utopia es necesaria: «Asi yano hacen fala enemigos«. Argumenta que «por culpa de unos cuantos actos en los que no brilla precisamente la mesura, se ven injustamente puestos en entredicho años de trabajo y de racionalidad en nuestra sociedad por parte del laicismo. Laico no equivale a ateo, y viceversa. Ateo no equivale a antirreligioso y viceversa. La procesión laica más palmaria y efectiva son los catorce millones de desplazamientos de esta semana por las carreteras hacia la playa y la montaña».

Oscar Gonzalez en Las malas lenguas: «Los cristofascistas prohiben la procesión atea y atacan a sus organizadores«. Subraya que «La Delegada del Gobierno que permite manifestaciones fascistas contra la Ley de la Memoria Histórica cada 20N, que mira hacia otro lado cuando salen a la calle los ultras a celebrar el asesinato del menor Carlos Palomino… ha decretado que durante una semana al año, la ley solo protege a los cristofriquis».

Hector Juanatey en Malo será: «Intolerancia«. Considera que «desde su nacimiento, la Iglesia se ha mostrado intolerante contra todos los que contradicen sus normas. Para entendernos, la palabra hereje proviene del griego y su significado entonces hacía referencia a poder elegir. Ahora, poder elegir se ha convertido en un delito contra los sentimientos religiosos».

Alex Bolea en La semilla: «Porqué los ateos no tenemos derecho a un ??sentimiento anti-religioso??». Critica que «los ignorantes tienen un derecho que los que tenemos las ganas de dedicarnos a leer y a investigar no tenemos. ¿Y esto es un país laíco laico? No quiero entrar a analizar las contradicciones de la Biblia, simplemente quiero protestar, con una gran queja, sobre el sistema de gobierno y cultural que tenemos.»

En El retorno de los charlatanes: «Procesion atea y tolerancia«. Cree que»cuando se le niega un derecho a un musulmán, judío, católico o ateo por el solo hecho de serlo es cuando se está siendo intolerante. Reconocerle en la legislación o en la práctica derechos distintos a mujeres y hombres, a homosexuales y heterosexuales, a blancos y negros, a musulmanes y judíos, a creyentes y no creyentes, a socialistas y a conservadores, es intolerancia. Opinar distinto no lo es».

En Y sin embargo se mueve: «Se prohibe una manifestación«. Lamenta que «los argumentos son muchos, tanto a favor como en contra de la procesión pero lo que hay  en el fondo es una decisión que prohíbe una manifestación. ¿Dónde queda la libertad de expresión?  En ninguna parte».

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