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Fernando Berlín, el autor de este blog, es director de radiocable.com y participa en diversos medios de comunicación españoles.¿Quien soy?english edition.

Buena lección hemos dado al mundo. El secuestro de El Jueves es  aprovechado por Jamal Hajjam del periódico marroquí L??Opinion, para establecer paralelismos y justificar las ataduras que tienen las publicaciones en su país: ??Libertad, ultraje y exceso«, titula.

Al periodista le resulta comprensible que los jueces actúen cuando ciertos límites son cruzados: «Pues jamás la democracia ha sido sinónimo de desvergüenza y fatuidad; de ultraje y exceso»:

…¡La libertad de expresión y el respeto a las instituciones deben convivir en democracia!?? ¿Quién dice esto? ¿El ministro del Interior marroquí? ¿El juez de instrucción que se encarga de las fugas de documentos clasificados como secreto de defensa? Ni el uno ni el otro, sencillamente la Vicepresidenta del Gobierno español María Teresa de la Vega. Así reaccionaba tras la decisión de la justicia de su país de demandar a la publicación satírica El Jueves por ultraje a la corona?.

??[…] Si esto hubiese pasado en otro lugar hubiéramos hablado de arcaísmo y déficit democrático. En España, la mayoría de los partidos políticos han guardado silencio. Con esta postura, demuestran respeto, según se explica en Madrid, hacia la soberanía de la Justicia, que es uno de los fundamentos de la democracia. Mismo tono desde la Casa Real española cuyo portavoz informó a la prensa que el Palacio respetaba la decisión de la Justicia?.

??El juez de instrucción Juan del Olmo, por su parte, explicó que ??la libertad de expresión tiene sus límites que están protegidos por los derechos constitucionales y por ello, en un Estado de derecho como el nuestro, le corresponde a la justicia la misión de juzgar si sus derechos han sido o no violados??. De todo esto, se impone una primera lección: la algarabía de la prensa o de sus sindicatos no puede sustituir al derecho y al cumplimiento de la ley. Pero más allá de este mensaje, es el enfado de todo un Estado para defender el honor de su símbolo y al garante de su soberanía que es altamente significativa. Hay aquí, de hecho, un halo sacro que cubre a la persona del Rey?.

??A partir de aquí podemos decir, como se escucha a menudo cuando se trata de Marruecos, ¿hablar de una España absolutista con costumbres feudales? Los españoles, que sufrieron una atroz guerra civil tras el derrocamiento de la monarquía, en los años veinte del pasado siglo, guardan en su espíritu el papel unificador y de cimentación de su monarquía hacia la Nación. Incluso Franco, con todo lo déspota que fue, tuvo conciencia y guardó al actual soberano, entonces príncipe, en reserva para su regencia. Sobre la base de esta conciencia, los españoles aprovecharon la primera oportunidad que se les presentó para restaurar la monarquía en sus funciones y en su función unificadora. No se puede decir lo mismo de algunos, afortunadamente ultraminoritarios, pero muy ruidosos, de este lado del Mediterráneo, que confunden irreverencia y libertad. Pues jamás la democracia ha sido sinónimo de desvergüenza y fatuidad; de ultraje y exceso.?

Bassi tenía razón. El humor es un ??vehículo para las nuevas ideas?. Anula el miedo al cambio, dice Leo Bassi. ??Por esa razón todos los totalitarismos han sido sus enemigos?.

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