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Fernando Berlín, el autor de este blog, es director de radiocable.com y participa en diversos medios de comunicación españoles.¿Quien soy?english edition.

Esperanza Aguirre defendió ayer en TVE el que Mariano Rajoy no acuda allí a debatir. Sucedió en 59 segundos. Isaias Lafuente -grande Isaias- le recordó que el argumento de Rajoy ha sido que en TVE no se dan las condiciones de pluralidad.

Tiene su gracia, -recordó-, que sea el PP quien hable de pluralidad, considerando que Urdaci, el director -impuesto entonces por el PP- fue condenado por manipulación informativa. Tiene gracia, en efecto, que lo digan habida cuenta de que cuando la gente se manifestaba contra la guerra, en la TVE del PP se programaban películas del estilo «Las chicas de la cruz roja».

 Tiene mucha gracia, en efecto, pues mientras escribo esto, en Telemadrid, -la tele de Esperanza Aguirre-, Fernando Sánchez Dragó, el novelista de ficción reconvertido a informador del PP -así es como entiende la información el PP-, se encuentre entrevistando en su noticiero a Federico Jiménez Losantos, el reinventor del revisionismo. Y sí, en efecto: Sánchez Dragó es el sustituto de Germán Yanke, aquel periodista de derechas que fue depurado por criticar a Aguirre en su propia televisión. Más allá de esto me gustaría recordar que ser de extrema derecha no es ser plural, por si se nos había olvidado.

Fue más sincero esta mañana Javier Arenas en la mismísima TVE cuando, hablando de la negativa de Rajoy, alegó razones «tácticas y estratégicas». Es decir que Rajoy no va a TVE porque le puede perjudicar y punto. Eso es incluso aceptable.

Ahora bien, decir que la TVE de Luis Fernández, Fran Llorente y Lorenzo Milá no reune las condiciones de pluralidad es simplemente una broma de mal gusto. Recordemos, por ejemplo, que no fue hace tanto cuando la dirección de TVE frenó una entrevista con José María García por sus críticas contra Aznar.  Un error evidente, pues cualquier crítica al expresidente es menor en comparación con el daño que ha provocado el sujeto.

Así que lo que me gustaría a mí es saber si la televisión que quiere Don Mariano es como la que tiene Esperanza: una televisión hundida en audiencias y en el resbaloso lodillo de la propaganda.

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