Cuando ya creían que los tiempos de ideologías y posiciones políticas habían pasado, llegó Manuel Lamela a fastidiarle el escenario a Esperanza Aguirre. Después de una gestión en algunos casos incluso brillante, fastidió la legislatura en una aventura más propia de un cruzado que de un abogado del Estado.

La derecha moderna que España necesita pronto aprenderá que como Nacional Católicos no ganarán nunca (me da la impresión de que algunos ya lo saben). Si algo caracteriza este movimiento totalitario es la toma de decisiones basada en certezas morales, en lugar de estrategias técnicas y consensos cívicos.

Tristemente, para aprender esta obvia lección, han pagado los médicos y enfermeras más comprometidos del Severo Ochoa. Ya desearíamos muchos de nosotros tener en nuestras organizaciones profesionales tan abnegados del servicio que prestan, sin importarles cómo les tratamos los gestores.

Otra cosa es qué van a interpretar los profesionales más jóvenes, de cuyo esfuerzo depende la sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud.

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