Medios de todo el planeta analizan las implicaciones para España de la abdicación de Juan Carlos y el ascenso al trono de Felipe. En algunos de los perfiles publicados hay reconocimiento a la talla histórica del que fuera monarca español durante casi cuatro décadas pero también menos complacencia que en muchos medios nacionales. El que será nuevo rey, por su parte, goza de algo más que un voto de confianza.

The New Yorker dice que igual que el Papa Francisco puede salvar a la Iglesia, sustituir al Rey en España pude salvar la monarquía. El artículo de Jon Lee Anderson repasa la caída de popularidad de Juan Carlos y señala: «Tras Botswana, los medios comenzaron una especie de inquisición, investigando con fruición temas hasta entonces intocables. Además del `Elephantgate´, ha habido un escándalo que involucra a la hija de Juan Carlos, la Infanta Cristina y su marido, Iñaki Urdangarin. En el último par de años, no pasa una semana sin que haya alguna nueva sugerencia de vileza real en la causa judicial. Al igual que las medidas populistas del Papa Francisco bien podrían salvar a la Iglesia Católica, sustituir a Juan Carlos puede salvar la monarquía española.»

The Economist dice que Juan Carlos olvidó que debía rendir cuentas morales y el reto de Felipe es impregnarse de la dignidad de los españoles en la crisis. El texto en su sección Charlemagne se titula el «Fin del juancarlismo» y apunta: «Es el fin de una era notable. El Rey Juan Carlos, el hombre que dirigió a España a la democracia, pero pareció olvidar que, al menos moralmente, un monarca constitucional debe rendir cuentas a su pueblo, anunció su abdicación. La decisión cogió por sorpresa a los españoles, a pesar de que había rumores desde hace un año de que el rey se había dado cuenta de que había cometido demasiados errores y estaba demasiado cansado para resolver una situación que él y su familia crearon. El nuevo rey Felipe heredará una corona manchada y un país cuya reacción estoica a la recesión y al desempleo ha sido tan impresionante como dolorosa. Su reto consiste en impregnar la corona de ese mismo sentido de dignidad que los españoles corrientes han mostrado en los momentos de mayor dificultad.»

Le Monde describe a Juan Carlos como el monarca «self-made» (hecho a si mismo) pero en el que ya no se reconocen los españoles. El texto de Cécile Chambraud dice: «Su monarquía durante mucho tiempo considerada ejemplar, modesta y moderna, sin corte y abierta a los plebeyos, ahora se sospecha que ha caído en la especulación. Criticado por la caza de elefantes en Botswana, por tener un opaco estilo de vida y un lío con Corinna zu Sayn -Wittgenstein, una especie de casamentera del mundo de los negocios, su yerno acusado de malversación de fondos, fraude y evasión de impuestos y su hija Cristina también imputada… Hoy el país ya no se reconoce en sus Borbones. Y esta institución monárquica es obra suya. Rara vez un rey se habrá hecho tanto sí mismo: su corona, su papel institucional, su modo de vida, su popularidad.»

The Guardian habla de final humillante para un rey que hizo una gran contribución, Su ex corresponsal Giles Tremlett afirma en la crónica: «Juan Carlos ha llegado a la conclusión de que ya no puede salvar a la monarquía de su caída en picado de popularidad. Es un final humillante de cuatro décadas en el trono, y llega a pesar de que el rey, en general, es visto como alguien que hizo una gran contribución a su país. Prueba de su éxito fue que incluso algunos republicanos acérrimos se declararon `juancarlistas´. Aunque la posición del rey también necesitó de un impulso artificial. Un pacto con la prensa, que se negó a publicar información sobre las amantes del rey o los escandalosos negocios de gente de su entorno, le ayudaron a mantener una rechinantemente limpia imagen de patricio.»

Bloomberg adiverte que el mayor reto y tarea de Felipe VI será su papel «detrás de la escena» para evitar que se rompa su reino. El texto de Ben Sills y Angeline Benoit asegura: «Entre los desafíos más apremiantes del nuevo monarca español estará mantener su reino unido. Al declinar el prestigio de la monarquía junto con las fortunas del país, muchos votantes de Cataluña que representa alrededor del 16%  de la población del país dicen que quieren el cambio constitucional para montárselo por su cuenta. Felipe tendrá pocos poderes formales que le permitirían cambiar esa percepción. En cambio, la autoridad moral de jefe de Estado le da un papel central en el requerido forcejeo detrás de la escena para buscar un compromiso.»

Time señala que Felipe tiene la posibilidad de hacer más que mejorar la suerte de una monarquía en declive. El texto de Lisa Abend sostiene: «La crisis en España, después de todo, no es sólo económica, sino también política, con la amplia y profunda corrupción que permea todos los niveles de gobierno. Imaginad esto: Un recién coronado rey Felipe anuncia que la transparencia será su primera orden. Abrirá todas las cuentas del palacio al total escrutinio público. Exigirá que su hermana y su cuñado, si son declarados culpables, se enfrenten a la misma pena que cualquier español. Y animará a todas las instituciones de España a seguir su ejemplo de transparencia y tolerancia cero para la corrupción. Funcionará? Aunque ha asumido más responsabilidades al empeorar la salud de su padre, Felipe nunca ha sido puesto a prueba. Pero hace 33 años, España evitó volver al autoritarismo y es a un rey a quien debe agradecérselo.»

Pagina 12 critica que el Rey no asumiera responsabilidades y cree que las urnas y la calle piden otra clase de renovación. El texto de Flor Ragucci señala: «Su decisión presupone la aceptación del enorme desprestigio de la casa real –a raíz de los escándalos de corrupción que protagonizó su familia en los últimos años y de su famosa caza de elefantes en Botswana– así como el descrédito generalizado en las instituciones políticas para la población española. Pero, en su discurso oficial, Juan Carlos no mencionó nada de esto de forma explícita ni, menos que menos, asumió responsabilidades directas, sino que pasó la pelota rápidamente a los efectos de la crisis. Aunque con “nueva generación” a lo que el rey se refiere es a la sucesión de su hijo, las urnas y las voces en la calle piden otra clase de renovación.»

(Esta noticia está incluida en el resumen de prensa internacional de radiocable.com)

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