Desde Naciones Unidas señalan que los efectos del confinamiento en el medio ambiente «han demostrado que sí es posible vivir en un mundo con aire más limpio, así como trabajar y transportarnos de manera más saludable». Ponen de ejemplo a países como España, Italia, Corea del Sur y Nueva Zelanda, que «han puesto el desarrollo verde junto con la salud en el corazón de sus estrategias de recuperación». Y defienden que «una rápida transición global hacia la energía limpia no solo cumpliría con el objetivo del acuerdo climático de París de mantener el calentamiento por debajo de los 2 ° C». Sino que también «mejoraría la calidad del aire hasta el punto de que las ganancias de salud resultantes compensarían el costo de la inversión hasta dos veces».

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La agencia de salud de la ONU, «con el apoyo de millones de trabajadores sanitarios» ha publicado un manifiesto con los pasos a seguir para «una recuperación verde y saludable de la pandemia».

En primer lugar, proteger y preservar la fuente de la salud humana, la naturaleza. Recuerdan que las presiones humanas aumentan el riesgo de enfermedades infecciosas emergentes en humanos. Más del 60% de ellas se originan en animales, principalmente en la vida silvestre.

Recomiendan invertir en servicios esenciales, desde agua y saneamiento hasta energía limpia en instalaciones sanitarias. Advirtiendo de que miles de millones de personas carecen de acceso a los servicios básicos para proteger su salud. Piden invertir en entornos más saludables para la protección de la salud, la regulación ambiental.

Señalan la necesidad de asegurar una transición energética rápida y saludable. Actualmente, más de siete millones de personas al año mueren por exposición a la contaminación del aire. Lo que supone una de cada ocho muertes en el mundo.

Más del 90% de las personas respiran aire exterior con niveles de contaminación que exceden los valores de referencia de calidad de aire. Dos tercios de esta exposición a la contaminación exterior son resultado de la quema de combustibles fósiles. Los mismos que impulsan el cambio climático. Mientras que las fuentes de energía renovable y su almacenamiento continúan bajando de precio, aumentando la confiabilidad y proporcionando trabajos más numerosos, más seguros y mejor pagados.

Consideran necesario promover sistemas alimentarios saludables y sostenibles. Abogando por una «transición rápida hacia dietas saludables, nutritivas y sostenibles». Porque, «si el mundo pudiera cumplir con las pautas dietéticas marcadas por la Organización Mundial de la Salud, esto salvaría millones de vidas, reduciría el riesgo de enfermedades y reduciría en gran medida las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero».

Teniendo en cuenta que más de la mitad de la población mundial vive en ciudades, que son responsables de más del 60% de la actividad económica y las emisiones de gases de efecto invernadero, defienden la necesidad de construir ciudades saludables y habitables. Así como realizar viajes «de manera más eficiente en transporte público, a pie y en bicicleta, que en automóviles privados». Lo que traería «importantes beneficios para la salud al reducir la contaminación del aire, las lesiones causadas por el tránsito y las más de tres millones de muertes anuales por inactividad física».

Además, la reforma financiera será inevitable para recuperarse de COVID-19, y un buen lugar para comenzar es con los subsidios a los combustibles fósiles. De ahí que pidan «dejar de usar el dinero público para financiar la contaminación«.

A nivel mundial, se gastan aproximadamente 400.000 millones de dólares cada año del dinero de los contribuyentes para subsidiar directamente los combustibles fósiles que están impulsando el cambio climático y causando contaminación del aire- advierten.

Proponen «poner un precio a los combustibles contaminantes en línea con el daño que causan». Lo que, informan, reduciría aproximadamente a la mitad las muertes por contaminación del aire exterior, disminuiría las emisiones de gases de efecto invernadero en más de un cuarto y aumentaría aproximadamente el 4% del PIB mundial en ingresos. «Deberíamos dejar de pagar la factura de la contaminación, tanto a través de nuestros bolsillos como de nuestros pulmones»- afirman.

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