Un preso en Guantánamo
(Foto: Flickr/Pan African News)

Carol Rosenberg, reportera The Miami Herald y del grupo McClatchy en la base norteamericana, ha publicado un artículo en el que explica su experiencia trabajando como periodista en Guantánamo y hasta qué punto han aumentado las dificultades. La traba más evidente es la censura. Algo que ya conocen de antemano todos, pero cuyas normas los militares cambian «casi a voluntad». Y además hay otras reglas para periodistas cuanto menos «extrañas».  Por ejemplo la prohibición de alojarse en hoteles o de utilizar vuelos directos.

La norma principal para los reporteros en la base es que sólo pueden trabajar si tienen una «escolta» militar cerca. Se han dado casos tan absurdos como que todos los periodistas que cubrían un juicio tuvieron que salir todos juntos de la sala porque uno de ellos quería ir al baño y sólo había un soldado para custodiarles. Y en otro «incidente», un militar dió permiso expreso a un reportero para hacer una fotografía pero el encargado de revisar el material decidió poco después que no era publicable y la borró.

Estas son solo dos de las anécdotas que relata Carol Rosenberg en un artículo adaptado de un discurso que dió en el National Press Club. La periodista, que tiene una cuenta en Twitter donde da información sobre Guantánamo, es uno de los cuatro reporteros a los que el Pentágono prohibió el acceso a la base el pasado mes de mayo por publicar el nombre de un ex interrogador de EEUU.

Lo llamativo de la historia es que se trata de un militar cuya identidad era de sobra conocida por aparecer una causa por abusar de presos y que incluso concedió entrevistas a varios medios. Sin embargo de la noche a la mañana su nombre pasó a ser considerado «secreto» por los militares.

 

Imagen de previsualización de YouTube

Y según cuenta Rosenberg esta es la tónica habitual para los periodistas que quieran cubrir lo que sucede en la base norteamericana: «las reglas cambian a diario». Y denuncia que muchas de ellas no tienen sentido. La política de la base parece intentar «imponer a los reporteros una amnesia colectiva sobre las cosas que hemos sabido desde hace años».

La periodista del Miami Herald cuenta además que pese a que el Pentágono presume de que sus tribunales militares son «los más transparentes del mundo», las normas para los periodistas parecen más bien diseñadas para desalentar a los informadores. Aunque hay hoteles y buenos alojamientos en Guantánamo, los periodistas tienen prohibido estar en ellos: deben dormir en tiendas de campaña. Y aunque se encuentren en Miami y puedan trasladarse desde alli a la base, el Pentágono les obliga a viajar hasta Washington y volar en un avión militar. [visto aqui]

El corresponsal en EEUU de Cuatro y CNN+, Carlos de Vega, es uno de los pocos periodistas españoles que ha estado en Guantánamo. Fue en diciembre de 2008 y en su blog también desveló algunos detalles relativos a la «censura» a la que son sometidos los reporteros:

Ninguna imagen podía salir de la base sin una revisión detallada de los agentes que se dedican a censurar el material. Hoy ha sido el día. Los dos tipos parecen salidos de una película de espías de serie b, con sus gafas de sol de montura fina, sin gesto en la cara y amables con reservas. Van vestidos de civiles por una razón. El Pentagono ha externalizado la censura con una contrata. El caso es que miran con lupa cada foto. Nada de sacar las llaves de la cárcel, las caras de los detenidos, más de una torre de vigilancia, perspectivas en las que se puedan ver la talla o la forma de Guantánamo, el mar que está al lado, las antenas de comunicación, las cámaras de vigilancia.

Amplían cada imagen, están con cada una unos minutos, debaten entre los dos qué hacer y, al final, la borran. Todo esto mientras uno les observa pensando que hace unos meses podrían haber estado en el Salvador infiltrándose en las maras o que hace años estarían cerrando pactos para vender armas a la contra nicaraguense. El caso es que la ceremonia de censura termina firmando un papel en el que confiesas que has enseñando todo lo que tienes y que nunca recuperarás y usarás el material borrado» contó de Vega.

Print Friendly, PDF & Email