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Fernando Berlín, el autor de este blog, es director de radiocable.com y participa en diversos medios de comunicación españoles.¿Quien soy?english edition.

Las farmacias venderán sin receta y sin límite de edad la «Píldora del día después».  Es una medida para evitar los embarazos no deseados, aunque el gobierno advierte de que no quiere que se convierta en un método anticonceptivo, sino en un método de emergencia. Una dosis costará cerca de 20 euros.

«Una vez que se autorice la venta de la pildora del día después existe la obligación de las farmacias de tenerlo disponible», -ha dicho Trinidad Jiménez.

Resulta encomiable el esfuerzo de la Ministra, pero probablemente será inútil. Todavía hay farmacias en las grandes ciudades que se niegan a vender preservativos. En Madrid sucede; Algo que pudimos comprobar nosotros mismos  en el reportaje que grabamos para radiocable.com en una farmacia del centro de la ciudad. Su dueño no permite a los empleados que dispensen preservativos por razones morales.

 El asunto de esta píldora es sin embargo sensiblemente diferente. El tratamiento consiste en suministrar una alta concentración hormonal que impide el embarazo. No es por tanto una píldora abortiva, pero tampoco se puede decir que sea inocua, ni que evite contagios de otras enfermedades. Así que se requiere de un cierto grado de responsabilidad para adquirirla. No puede hacerse de forma habitual. Por eso, paralelamente, debiera iniciarse una seria campaña pedagógica, para explicar bien los límites: tanto en centros educativos como al resto de ciudadanos.

La medida ya ha provocado polémica. Curiosamente ésta no está relacionada con el aspecto sanitario, sino con el aspecto moral. Y aquí es donde uno se pregunta, ¿que le pasa a la sexualidad?. Por alguna razón todas las religiones han tratado de monopolizarla y conducirla. Eso es cansino ya. Antropológicamente tenía explicación mientras no existían preservativos eficaces pues de lo que se trataba era de controlar la natalidad y de prevenir problemas sanitarios, a través de la norma religiosa. Pero la ciencia lo ha cambiado todo, ¿entonces?

La sexualidad es una de las experiencias más intensas que puede vivir el ser humano. Nuestro cerebro y nuestro cuerpo están diseñados para utilizar esa experiencia,  sin apenas freno. De hecho a esa premisa debemos que el ser humano haya colonizado el planeta como lo ha hecho. Pero el sexo es también un formidable mecanismo de felicidad.

Por tanto, si la «Píldora del día después» introduce racionalidad en el sexo, y contribuye a la felicidad, ¿como es posible que se plantee como una cuestión moralmente negativa? ¿No era esa misma ideología la que prentendía racionalizar el sexo y alejarlo de lo biológico?

 

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