Desde que Aminatu inició su huelga de hambre somos muchos los que hemos vivido pendientes de ella cada minuto, cada hora. Estuve con ella en el aeropuerto de Arrecife el día 11 de su huelga de hambre y pude así apreciar su entereza y serenidad.

Su discurso era transparente y coherente, sin espacio para la demagogia o la rabia. Entendí porqué la llaman la Ghandi saharaui. Quienes la rodeaban (Fernando, Willie, Edi, Maan, etc) parecían contagiados por esa tranquilidad que da el estar del lado de la razón.

 Aminatu marcaba la pauta y los ritmos; tomaba las decisiones. Los demás la seguían, confiados y seguros de la legitimidad de su causa.

Eran días en los que Haidar no acaparaba aún las portadas de los periódicos. Quizá por ello la dirección de aeropuertos españoles (AENA) se atrevió a tener la poca decencia de presentar contra ella una denuncia ante los tribunales.

Quizá por ello algunos, sin pudor alguno, acusaron a Aminatu de guiarse por el capricho y por presiones y manipulaciones de su entorno. (Supongo que para determinadas personas, impregnadas de machismo, es difícil entender que las mujeres decidimos por nosotras mismas).

  Cuando regresé de Lanzarote empecé a llamar a compañeros de algunos medios de comunicación para proponerles que dedicaran más minutos y más espacio a lo que estaba viviendo esta mujer, privada de su derecho a regresar a su casa.

Poco a poco, no por mi llamadas, sino porque el peso de la realidad es testarudo y llegó un momento en que ya nadie podía ignorar la situación de Aminatu, el aeropuerto de Arrecife se fue llenando de periodistas, cámaras y focos y de este modo la voz pacífica y firme de Haidar empezó a escucharse cada vez con más intensidad en diversos puntos del mundo.

 Quienes en un principio habían dicho «estar perplejos» ante la actitud de Aminatu (palabras de Moratinos) tuvieron que suavizar su postura y entender (o disimular y decir que entendían) que exigir el derecho a vivir dignamente junto a tus hijos no es un capricho, sino algo casi tan necesario para el ser humano como el aire y el agua. 

    Ha sido una lucha en la que el papel de la sociedad civil ha sido fundamental. Activistas, simpatizantes de la causa saharaui, intelectuales, actores, músicos, escritores, periodistas, se volcaron en el apoyo a Aminatu, firmaron comunicados a favor de Haidar, pidieron acción a los gobernantes y exigieron que los valores libres y democráticos estuvieran por encima de los intereses económicos.

Fue esperanzadora la carta de apoyo a la activista saharaui firmada por tres Premios Nobel de Literatura (José Saramago, Gunter Grass y Darío Fo), y otras personalidades de ideologías dispares, como  Pedro Almodovar, Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Emilio Lledó, Eduardo Galeano, Almudena Grandes, Antonio Gala, Fernando Sánchez Dragó, Javier Bardem, Juan Diego Botto, Alberto San Juan, Concha Velasco, Guillermo Toledo, etc…. (así hasta trescientos y pico)…, como emocionantes fueron también los artículos publicados en la prensa en apoyo de Aminatu (ver aquí el firmado por Ken Loach y Paul Laverty, o la columna de Juan José Millás del otro día y muchos escritos más).

Ahora que al fin Aminatu está en su casa con sus hijos, no deberíamos olvidarnos de todo y pasar página. Aprovechemos las redes creadas durante estas semanas para seguir luchando por el cumplimiento de la ley internacional, por los derechos de los saharauis, contra su discriminación y opresión. Sigamos en contacto. Sigamos en alerta. Por los derechos humanos, por el triunfo de la sociedad civil. Por Aminatu.

https://www.youtube.com/watch?v=9Ak-pVGTHww

  

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