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Fernando Berlín, el autor de este blog, es director de radiocable.com y participa en diversos medios de comunicación españoles.¿Quien soy?english edition.

La reunión del G-20, la cumbre de Washington, va a cambiar pocas cosas. Dos jornadas, de una hora y media cada una, supondría un total de 180 minutos, que dividido entre 20 mandatarios, tocará a 9 minutos por portavoz, como recordó ayer en Hora 25 Javier Aroca. Nueve minutos por persona para cambiar el sistema económico mundial, ni más ni menos. Parece poco. Hay gente, en efecto, que con 9 minutos tiene suficiente para muchas cosas. Otros pensamos que hay que tomarselo con mas calma.

Pero el objeto no es ese. La reunión tiene como finalidad dar tranquilidad y generar confianza. Las medidas sin confianza no sirven de nada, dicen los técnicos.

Ayer, en España, el presidente Zapatero se reunión con el líder de la oposición, Mariano Rajoy para escenificarlo. Al terminar, Rajoy desveló algunas de sus «exigencias»:

Lo importante no es la reunión, sino que nos sigan invitando, -insinuó, como si nos hubiera costado poco estar allí. Es la nueva estrategia de su partido, culpable, entre otros, de haber huido en el pasado del G-20.

El líder del PP apuesta ahora por «diseñar una nueva política monetaria», «establecer un nuevo marco de supervisión política y regulación financiera», y fomentar «medidas de apoyo a los países emergentes, como los de América Latina» y la verdad es que eso suena más propio del PSOE, pero en fin.  No fue lo único que dijo:

España deber «ir a Washington» como «un miembro de la Unión Europea», -añadió a pesar de que Aznar, su presidente de gobierno, fue el político menos europeista de nuestra historia. «Las posiciones deben ser solidarias o las mismas que las del resto de países de la UE» -añadió a sabiendas de que no es bueno para un gobierno de izquierdas, parecerse mucho al gobierno de Sarkozy o Merkel..

Con ese mensaje, Rajoy trata de evitar que Zapatero defienda en Washington la vuelta a la socialdemocracia.

Que Zapatero se reuna con Rajoy es positivo, como escenificación de la cordialidad. Sin embargo, el PSOE no puede ni debe asumir el discurso ni del PP, ni del resto de los paises europeos. El gobierno español es un gobierno progresista. Así lo quisieron los votantes. Uno espera que su voz, en instancias internacionales, haga gala de ese mandato. Le pese o no a Mariano Rajoy el flexible.

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