Iñaki Gabilondo en Noticias Cuatro: «¿Qué hemos de hacer ante el esperpento que nos sirve a diario el PP, disfrutar del espectáculo o lamentarlo?. Lo más fácil es lo primero, dada su amenidad. La intemperancia de Rajoy en Elche, su inmediato paso atrás por persona interpuesta, el fervor delirante de los barones, la guasa envenenada de Esperanza Aguirre, con su donaire algo zarzuelero.

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 Todo resulta distraído y muy fácil de ver, y se da un aire con las tertulias televisivas de bronca y corazón, tan familiares a los españoles. Por si faltaba algo, completan el reparto dos periodistas enfermos de soberbia y sin el menor sentido del ridículo, que ya forman parte -y no pequeña- del problema. Pero, por muy entretenido que sea el sainete, estamos hablando del primer partido de la oposición, con más de setecientos mil militantes y más de diez millones de votos. Una muchedumbre de españoles silenciosos (milagro) y obedientes (más milagro), con los que nunca se ha tenido el menor detalle democrático. Ningún partido puede alardear en exceso, e incluso algunos recuerdan con angustia el pedregoso camino de las primarias, pero el PSOE, Izquierda Unida, el PNV, etc, salvan al menos las formas. El PP siempre ha sido un capitán que manda y una tropa que obedece sin chistar, incluso si el jefe los arrastra a apoyar una guerra. Ahora, siguiendo la tradición, Rajoy busca ser aclamado. Parece no darse cuenta de que Aguirre pasa de Congreso y se prepara para el asalto a la candidatura para las elecciones de 2012. Pero lo fundamental no está en la pelea a navajazos, sino en el déficit democrático que se evidencia, y en la poca importancia que los españoles damos a eso.»

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