Iñaki Gabilondo en Noticias Cuatro: ??Caer en la puerilidad cortesana sería ridículo. Pero negar la realidad sería delito mayor. El acto de ayer en el Pardo, sea cual sea la adscripción ideológica desde la que se parta, fue algo más que una celebración. Y mucho más que una suntuosa y servil aproximación a los reyes. Fue, seguramente, el momento en el que el juancarlismo aceptaba oficialmente la monarquía.

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El juancarlismo, esa forma de la resignación republicana que se tragó un sapo para que la democracia fuera posible, parece reconocer que más allá de Juan Carlos puede haber futuro para la monarquía. A ese punto – que, de ser así, tendría trascendencia histórica- nos ha llevado, por un lado, la exitosa gestión del actual Jefe del Estado. Pero, por otro, la observación de nuestra realidad nacional. Constituimos un estado resbaladizo, con un desplazamiento de carga -de los excesos nacionalistas a los excesos centralistas- que amenaza constantemente con hacernos naufragar. La corona se convierte en un asidero, uno de los pocos asideros que tenemos. La monarquía no necesita ser idolatrada. Tampoco la anestesia general. Basta que la consideremos imprescindible para según que operaciones. Ayer, se escenificó, junto a la felicitación a un Jefe del Estado al que todos apreciamos, el convencimiento de que aceptamos la Corona. No fue un acto más, porque se felicitó a Juan Carlos primero pero, al mismo tiempo, se reconoció a Felipe Sexto.?

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