El diario aleman en un artículo titulado irónicamente «¡Oh, lo caro que es Panamá!» repasa el conflicto entre la constructora española y las autoridades panameñas que amenazan las obras de expansión del canal de Panamá. Y recoge la existencia de un proyecto de la competencia para hacer otro canal en Nicaragua. Por su parte el Corriere della Sera menciona una posible «conspiración entre bastidores».

Süddeutsche Zeitung destaca que si la obra del canal de Sacyr no se lleve a cabo, Nicaragua y una empresa china tienen un proyecto alternativo.  La crónica de Peter Burghardt y del corresponsal en España Thomas Urban: «En el 100º aniversario del gran canal de navegación entre los océanos Atlántico y Pacífico se presentan problemas en los planes de extensión del mismo. Hay amenazas de huelgas – y un proyecto de la competenciaLa extensión del canal debía costar por lo menos 5.200 millones de dólares, y el contrato para la mayor parte del trabajo fue a parar a manos del consorcio llamado GUPC (Grupo Unido Por El Canal). Este consorcio incluye a los grupos constructores Sacyr, de España, e Impregilo, de Italia, líder del mercado para proyectos hidráulicos.

Ahora, sin embargo, el GUPC exige más 1.600 millones de dólares debido a problemas geológicos, empezando por 400 millones. Sacyr tuvo que dar por perdidos cientos de millones en el mercado español debido a las caídas en su rama de construcción y viviendas.

En el caso de que la obra se logre llevar a cabo, la competencia ya se ha posicionado. El presidente de Nicaragua Daniel Ortega y el empresario chino Wang Jing comunicaron el sábado que en diciembre de 2014, `según lo previsto´, se iniciará en Nicaragua la construcción de un nuevo canal entre los océanos Atlántico y Pacífico. El proyecto es, no obstante, polémico.»

Corriere della Sera habla de conspiraciones en el lío del Canal de Panamá. La crónica que firma su enviado especial Massimo Gaggi asegura: «Existe la sospecha de `una conspiración entre bastidores´ dado que el gobierno de Panamá tiene a sus espaldas los abogados de un gran bufete americano, el mismo que trabaja para el grupo americano Bechtel; aunque es demasiado tarde para que Bechtel entre en juego. Termina diciendo que el problema ahora, más que económico, es de voluntad política.

Madrid ha enviado a Panamá la ministra de Obras Públicas, mientras que el gobierno italiano no ha intervenido aún, en parte para no secundar la tentativa del presidente Martinelli de politizar el negocio, en parte porque, cuando se habla de Panamá, en Italia empieza a aletear el fantasma del maniobrero italiano Walter Lavítola, aunque los negocios de éste afectaban a la construcción de cárceles, no al Canal.»

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