«A Camps se le ha ido la olla» se lee en un comentario de Menéame. La intervención en sede parlamentaria de Francisco Camps en la que acusaba al portavoz del PSPV de querer verlo «boca abajo en una cuneta» es solo una anécdota que viene a «echar por los suelos la poca credibilidad que tenía». En internet, como en su partido, no han gustado estas declaraciones…

Ángel Lázaro considera que «sólo le falta a liarse a mamporros» mientras dice que «a estas alturas del debate, la verdad no se sabe qué pasa por la cabeza del presidente de la Comunidad valenciana para contestar con tamaña frase ante las acusaciones de la oposición. Cuando menos denotan cierto nerviosismo y cierto descontrol».

En Geografía Subjetiva ironizan y dicen que «es un lapsus linguae». «El PP ganará en la Comunitat Valenciana sí o sí, por lo que Camps ya es absolutamente prescindible: no aporta nada y da problemas al PP a nivel nacional», añade.

Mientras tanto, el ex presidente de Telefónica, Luis Solana, pide a sus lectores que no critiquen «más al actual Presidente de la Comunidad Valenciana: tiene todos los síntomas de padecer algún problema siquiátrico». A ello añade que «Camps dice -ahora-que se ha pasado en sus expresiones en el Parlamento. No vale: lo que tiene que decir es si tiene algo que ver con los negocios de sus amigos gurtelianos. No se preocupe, nadie le va a llevar a una cuneta, pero muchos queremos que vaya a un Tribunal. O a un siquiátrico».

Asimismo, Pascual Mogica opina que a «ninguna persona en su sano juicio se le ocurriría decirle lo que le dijo al portavoz socialista. Está claro que si a alguien en el PP le queda un mínimo de cordura deberá plantear de inmediato el cese de Francisco Camps. Un presidente de Gobierno que dice tales barbaridades no está mentalmente en condiciones de gobernar ni su propia casa».

Más comentarios.  Antoni Roda Jorge, de la Comunidad de EL PAIS, dice que Camps le «recuerda a un encargado de unos astilleros. A pesar de estar metidos entre mamparos, soldando y aislados, notábamos su presencia por el olor de la colonia que usaba. Pues igual. El humo no tapa su colonia, ni su fragancia alitosa. Camps despotrica contra todo lo que se mueve y persevera en su condición de limpio y pío. Pero no es así. Mintió. Y anda enrevesando historias de cunetas y cadáveres, él, que tantos cadáveres políticos ha dejado en sus particulares cunetas. Que se lo digan a sus amiguitos del alma».

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