Teniendo rancho y caballo
es más liviana la pena.
De todo aquello que tuve
sólo el recuerdo me quema.
Nada más, nada más.
No tengo cuentas con Dios,
mis cuentas son con los hombres,
yo rezo en el llano abierto
y me hago león en el monte.
Nada más, nada más.
Me gusta mirarlo al hombre
plantado sobre la tierra
como una piedra en la cumbre
como un palo en la ribera.
Nada más, nada más…

Alguna gente se muere
para volver a nacer,
el que tenga alguna duda
Que me lo pregunte a mí.
Nada más, nada más.

En el día de San Jordi, para los hombres que han compartido, comparten y compartirán mi vida de la manera que sea. Y para el recuerdo  de aquellos dos de mi sangre que ahora forman parte de «los Otros»,  los cinco últimos versos de Atahualpa con mi guiño literario incluído.

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