Jefes de Estado y de Gobierno de todo el mundo han participado este 30 de septiembre en la Cumbre de Biodiversidad de la Asamblea General de Naciones Unidas pidiendo un acuerdo mundial para protegerla y evitar otra pandemia. Han recordado que más de un millón de especies animales y vegetales están amenazadas en el mundo y en este sentido se ha enfatizado que  la COVID-19 ha recalcado aún más la “relación disfuncional” de los humanos con la naturaleza, a pesar de la dependencia que existe de ella.

Y dos nombres de dirigentes mundiales han sido protagonistas de la Cumbre. Uno, Donald Trump por su ausencia y sobre todo por su inacción ante los intentos de proteger la biodiversidad. El otro, Jair Bolsonaro, por defender su política en el Amazonas reivindicando el derecho de Brasil «a explotar sus recursos naturales». Ambos han sido señalados por los ecologistas y en concreto Greenpeace llevó a cabo una protestas colocando dos esculturas de hielo de Trump y Bolsonaro delante de la sede de la ONU para denunciar  su inacción contra el cambio climático y la pérdida de biodiversidad.

En la Cumbre de Biodiversidad de la ONU, el Secretario General, Antonio Guterres defendió la idea de que «la humanidad está librando una guerra contra la naturaleza y necesitamos reconstruir esta relación». Recordó que más del 60% de los arrecifes del mundo está en peligro por exceso de pesca y prácticas humanas destructivas; que las poblaciones de vida silvestre están disminuyendo “en picada” por el consumo excesivo y la agricultura intensiva; que la tasa de extinción se está acelerando y hay un millón de especies amenazadas o en peligro de desaparecer; y que la deforestación, el cambio climático y la conversión de áreas silvestres para la producción de alimentos están destruyendo la “red de vida de la Tierra”.

Se puso de relieve que una de las consecuencias de este desequilibrio con la naturaleza es la aparición de enfermedades mortales como el VIH-SIDA, el Ébola y ahora el COVID-19. Pero además el presidente de la Asamblea General de Naciones Unidas, Volkan Bozkir, recordó que los sistemas de salud dependen de una rica biodiversidad y 4.000 millones de personas recurren a medicamentos naturales. Señaló asimismo que el 70% de los medicamentos utilizados para el tratamiento del cáncer proviene de la naturaleza y más de la mitad del PIB mundial depende de ella.

Y ante estos retos, algunos países y lideres están siendo señalados. Greenpeace colocó esculturas de hielo de Donald Trump y Jair Bolsonaro derritiéndose frente al edificio de la ONU en Nueva York, donde originalmente se iba a hacer la reunión, para denunciar la inacción de ambos contra el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. Recuerdan que Estados Unidos y Brasil se encuentran entre las naciones con mayor biodiversidad del planeta. Sin embargo, sus presidentes están: impulsando una agenda anti-ambiental, alimentando la crisis de la biodiversidad y amenazando los derechos de los pueblos indígenas.

Estados Unidos es uno de los cuatro únicos miembros de la ONU que no son parte del Convenio sobre la Diversidad Biológica y la ausencia de Trump en la cumbre envía una fuerte señal a los líderes mundiales de que Estados Unidos no tiene intención de cambiar de rumbo a corto plazo. En Brasil, la deforestación y los incendios se han disparado desde que Bolsonaro asumió el poder en enero de 2019. Aunque el mandatario brasileño -que finalmente intervino por videoconferencia en la cumbre aunque sin participar en las reuniones- defendió su política ambiental en el Amazonas porque Brasil tiene derecho a usar su “enorme riqueza de recursos naturales y va a continuar haciéndolo».

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