El millón y medio de habitantes de Gaza vive en un gueto. No pueden entrar ni salir de la franja. No tienen medicinas, luz, agua, alimentos. Y desde hace más de una semana reciben los ataques aéreos y ahora también por tierra del Ejército israelí. Israel afirma que ataca para defenderse de Hamás, cuyos cohetes han matado a 23 israelíes en ocho años. Pero no hay que olvidar que Israel también lanzaba virulentos ataques cuando todos los territorios estaban gobernados por Al Fatah. Y que cuando en 2007 se formó un gobierno de unidad nacional palestino, compuesto por Hamás, Al Fatah e independientes, Israel siguió imponiendo bloqueos a Gaza.

Lo que realmente se está jugando en este tablero es el control del territorio palestino de Gaza. Y en función del resultado, Israel decidirá de qué modo gestiona su ocupación: es decir, si abre más o menos a menudo sus fronteras, si permite el paso de más o menos ayuda humanitaria. Hay algo inquietante en el modo en que Tel Aviv maneja el destino de millón y medio de personas.

Israel ha desplegado toda su energía para defenderse en el plano mediático y hacer frente a las críticas. Todos los días los periodistas estamos recibiendo e-mails de las embajadas israelíes en los que tratan de explicarnos el porqué de sus acciones: dicen que bombardean para defenderse, que su agresión es una respuesta a los ataques de Hamás. También nos han pedido que no hagamos ??uso cínico de imágenes dolorosas como instrumento de propaganda?.

Cada vez que viajo a Gaza me da la impresión de que me interno en una enorme prisión a cielo abierto. Estar allí remueve la conciencia de cualquiera. Quizá Israel lo sepa en su fuero más interno y sea esa la razón por la que no permite a ningún periodista entrar en Gaza.

Algunos periodistas presentaron una demanda ante la Corte Suprema israelí, solicitando su derecho a entrar en Gaza, basado en la libertad de información. La sentencia fue favorable. La Asociación de la Prensa Internacional hizo un llamamiento: ??Pedimos al gobierno israelí que haga honor de inmediato a los deseos de la Corte y nos permita acceder a Gaza?.

Pero hasta el momento el Ejército israelí sigue negándose a abrir el paso a los reporteros. Dentro de la franja solo hay unos pocos informadores de prensa árabe, así como Al Jazeera y la BBC. Están haciendo un gran trabajo. Mientras escribo esto, veo en Al Jazeera nuevos cadáveres: los de una mujer y un hombre y sus tres hijos pequeños. Escucho hablar a un médico noruego, con la cara desencajada ante los cadáveres que llegan cada día al hospital de Gaza en el que trabaja.

Sin embargo, la ausencia de otros grandes medios de comunicación internacionales se nota: en determinadas cadenas apenas se ha difundido que Israel ha lanzado ataques contra objetivos civiles. Y todas, lo quieran o no, conectan solo con ??el otro lado?, Israel, donde el gobierno de Tel Aviv sí les permite estar. Y de este modo llevamos viendo desde hace días a reporteros de todos los canales situados en los pueblos israelíes cercanos a Gaza y contando cuántos misiles Qassam han caído sobre ellos. Es una realidad y hay que mostrarla. Pero no es la única.

Escuchando al gobierno israelí se entiende porqué pospone y pospone la entrada a la franja de los reporteros. Ayer noche un portavoz del ejecutivo israelí aseguraba que no hay crisis humanitaria en Gaza. Decía que esas noticias eran propaganda. No sé porqué, me acordé de lo que dijo en 2006 Dov Weissglass, un asesor del primer ministro Olmert, que, al referirse al bloqueo de Gaza, dijo que era ??como una cita con un dietista. Los palestinos adelgazarán mucho pero no morirán?.

También anoche una portavoz militar israelí afirmaba que la intención de su Ejército era evitar la muerte de cualquier civil. Luego añadía que a veces las víctimas ??colaterales? son inevitables, ??como lo son en Irak o en Afganistán?. Quizá nos quería recordar que algunos gobiernos occidentales saben bien qué es eso de practicar el terror de Estado. Así que mejor, todos callados. Y Gaza, casi vacía de cámaras.

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