La decisión del Juez de Valladolid de obligar a la retirada de crucifijos de un colegio público de la ciudad ha hecho subir la temperatura de la blogsfera. Hay debate ideológico y mucho analisis y comentarios sobre los argumentos de la sentencia que vincula la presencia de la cruz en la aulas como un símbolo de religiosidad del Estado.

Un crucifijo en una escuela
(Foto: Flickr/Elentir08)

Manuel Rico en su blog Trinchera Digital se felicita por la valentía del Juez Valentín y reflexiona sobre las «personas que defiendan la presencia de crucifijos en colegios públicos ??repito: públicos??, demuestra que hay católicos que siguen empeñados en imponer sus ideales religiosos a los demás. Y no les basta con hacerlo en colegios privados, que en la mayoría de los casos subvencionamos todos los contribuyentes, sino que pretenden que su imposición sea universal.» También considera que «el laicismo tiene por delante una larga batalla hasta lograr que se cumpla la Constitución.»

Alfonso Saborido se declara cristiano pero le parece lógica y justa la sentencia: «¿A cuento de qué poner un crucifijo? Los cristianos ya lo llevamos encima. ¿Cómo nos vamos a atrever a ponerlo en un sitio donde entran más gentes que no son cristianos ni creyentes? ¿por qué tienen que tener un símbolo religioso en un edificio público, pagado por los contribuyentes sin distinción de creencias?» También considera que el actual rechazo al crucifijo se debe a que la jerarquía eclesiástica «se alinea con los sectores más de derechas de la sociedad. Y el rechazo que manifiestan ante la jerarquía lo reflejan en no querer la presencia de un crucifijo.»

Ricardo Royo Villanova, en A sueldo de Moscú, plantea que los crucifijos deberían retirarse también de los colegios concertados: «el sistema educativo público en España se compone de los centros puramente públicos, que son a todos los efectos dependencias estatales en las que no se pueden imponer a los usuarios símbolos políticos o religiosos, por ser el estado laico y neutral y de otros centros que, a pesar de ser de titularidad privada, están sufragados por las autoridades públicas […] los centros concertados, aunque sean de hermanos y hermanas, curas y monjas o seglares y seglaras, son centros públicos a todas luces. Y eso quiere decir que tampoco se debería permitir que en ellos se haga ostentación de tétricos simbolos religiosos».

Un comentario en el propio blog A Sueldo de Moscú matiza sin embargo esta opinión: «En la LODE (fundamentalmente los artículos 22 y 52) y en la LOE (que por cierto creo que no votó IU en contra) en sus artículos 115 y 116 se señala el carácter de los centros privados. Usted puede no estar de acuerdo pero la ley ampara que los centros privados concertados tengan ideario propio. Osea, que los centros conertados no son públicos a ninguna luz».

Alex Farnese, en su blog La cazoleta del arcabuz defiende la tesis contraria y considera que el crucifijo no altera la separación iglesia-estado : «La cruz como muchas otras manifestaciones católicas, tiene en las sociedades europeas una doble dimensión: la estrictamente religiosa, y también, la cultural. Alguien dijo que los confines de Europa se conocen porque desaparecen las catedrales y sus cruces. […] La cruz, al igual que la pintura religiosa, es un elemento cultural, como lo son las catedrales. Si nos ciñéramos a la letra de la cuestión, a la interpretación de esta sentencia, toda la pintura religiosa debería desaparecer del Museo de El Prado porque es público, y el Estado no debería ayudar al mantenimiento del patrimonio arquitectónico de la Iglesia.»

El Blog de José Carlos defiende que «la Constitución recoge la aconfesionalidad del Estado, y dicho precepto no es interpretable, es el qué es. De tal guisa, la presencia de un símbolo religioso en un aula no deja de ser una violación de derechos fundamentales, lo que obliga a su inmediata subsanación». Y también hace notar «resulta curioso comprobar como aquéllos que braman contra la asignatura Educación Para la Cuidadanía, absolutamente carente de cualquier sesgo ideológico o religioso, ahora patalean para que se mantengan sus símbolos en lugares en los que su presencia está vedada por el texto constitucional».

Antonio Florez, del blog A este lado del Rubicón, considera la sentencia muy importante por su razonamiento: «en un momento en que los chavales están formándose, la presencia de esos crucifijos puede darles a entender que el Estado está con la religión de la que los crucifijos son símbolos. Y es que resulta que no. Resulta que el Estado español no es confesional, y debe, por lo tanto, ser beligerante ante cualquier actuación o situación que ponga en duda o en entredicho su aconfesionalidad. Por eso la acción de retirar unos crucifijos de una propiedad del Estado no es agresiva hacia parta alguna, mientras que la acción de colocar esos mismos crucifijos o de mantenerlos en esa propiedad pública sí es agresiva hacia la legalidad.»

Jose L. Briones en The Blog cree que el debate sobre los crucifijos es otra vuelta de tuerca con respecto a los símbolos religiosos que no prosperará. «Si se prohibieran de una vez por todas tanto en actos oficiales como en lugares públicos no habría tanta polémica, pero como los debates en este país son como las latas de refresco, que tienen mucha fuerza cuando los abres y a las dos horas casi no les queda gas, nos quedaremos en la superficie, como siempre.»

En Meneame también se discute la cuestión y un comentario recuerda que «Hace bastante más de 100 años que en Francia por ejemplo la escuela es 100% laica y no ha pasado absolutamente nada por ello, ni se ha destruido Francia ni la iglesia católica tampoco.»


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