El Ejército estadounidense en Irak mató ayer a una mujer, a su hijo de 19 años, a su marido y a otro civil cerca de la ciudad de Tikrit y provocó heridas a otras dos mujeres.

     Hace dos días se supo que soldados norteamericanos mataron el pasado sábado a nueve civiles, entre ellos un niño, e hirieron a otros tres, entre ellos dos niños, cerca de Iskandariya, al sur de Bagdad.

    «Ofrecemos nuestras condolencias a las familias de quienes murieron en el incidente y lamentamos la pérdida de vidas inocentes», indicó en un comunicado, sin dar más detalles,  el Ejército de Estados Unidos.

       Durante el pasado año las tropas ocupantes intensificaron su campaña de bombardeos aéreos en un 400%, según indica la organización Brussels Tribunal, basándose en datos del Pentágono.

    La información facilitada por el Comando Central estadounidense señala que en 2006 las fuerzas aéreas norteamericanas en Irak realizaron 219 salidas en las que arrojaron  munición y que entre enero y septiembre de  2007 esta cifra aumentó a 996 operaciones aéreas.

    También ha crecido la cifra de civiles iraquíes muertos en los ataques aéreos estadounidenses: Entre diciembre de 2004 y diciembre de 2006 murieron 452 civiles a causa de munición arrojada por las fuerzas aéreas norteamericanas; sólo entre enero y septiembre de 2007 murieron 417 civiles por la misma causa ( son datos ofrecidos por la organización Iraq Body Count, que comprueba con varios testimonios y evidencias cada una de las muertes).

   Tanto el Tribunal de Bruselas como IraqSolidaridad (de la Red Internacional anti-ocupación) temen que se registren más muertes de civiles durante el inminente ataque a la ciudad de Mosul anunciado por el Ejército estadounidense. Las tropas ocupantes van a lanzar una operación militar contra esa ciudad, la tercera más grande de Irak, con la excusa de golpear a Al Qaeda, nombre que el Pentágono (y algunos medios de comunicación) emplea para referirse no solo a la organización terrorista liderada por Ben Laden, sino a todo tipo de grupos de la resistencia armada contra la ocupación, cuyos orígenes y causas no tienen nada que ver con los de Al Qaeda.

  Esa inminente operación militar contra Mosul no será la primera contra una ciudad iraquí. En el currículum de las fuerzas estadounidenses están los asedios y ataques contra las ciudades iraquíes de Nayaf, Faluya, al-Qaim, Hadiza, Tal Afar y barrios de Bagdad, en los que murieron cientos de civiles y que provocaron desplazamientos masivos de población.

   Pero los gobiernos del mundo siguen sin inmutarse ante este tipo de actos que despojan a los países occidentales de la legitimidad que les concede su tradición democrática, basada presuntamente en los pilares de la libertad y la justicia.

  Y muchos medios de comunicación optan por seguir ignorando la violación sistemática de los derechos más básicos por parte de potencias que se presentan a sí mismas como adalides de las libertades, cuando en realidad anteponen sin escrúpulos la seguridad (sí, esa gran abstracción con la que se puede manejar fácilmente a masas enteras) a todo lo demás.  

    No son pocas las redacciones de medios en las que existe la creencia de que lo que ocurre todos los días no es noticia. Aunque se trate de hechos a través de los cuales nos definirá la Historia en el futuro. Según el criterio de numerosos periodistas, la repetición diaria de la violencia e injusticia anula el carácter noticiable de las mismas. «Es lo mismo de siempre», piensan. 

     Tanto es así, que hoy son muy pocos los periódicos europeos que cuentan que ayer, como otras muchas veces, varios civiles murieron en Irak a causa de un ataque estadounidense. Y otra noticia de hoy, de gran importancia -la de que la CIA haya admitido públicamente y por primera vez que ha practicado la tortura- se presenta en la mayoría de los casos en un diminuto recuadro en las páginas de información.

      Un iraquí me contó recientemente un sueño que le acecha a menudo mientras duerme: En Estados Unidos, en torno a una mesa redonda repleta de manjares, están sentados políticos y periodistas. De repente, ¡¡¡¡plum!!! sobre esa mesa empiezan a desplomarse, caídos del cielo, decenas de cadáveres de iraquíes. 

      Confío en que más pronto que tarde se desplomen sobre la conciencia colectiva los miles de muertos, heridos y torturados que cuelgan de las páginas no escritas del periodismo.

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1 replica a este post
  1. Mi querida amiga:

    Si tinta si que hay, por ejemplo la tuya, lo que pasa es que no podemos verla porque estamos ciegos, te explico…

    La mayoría de las personas «de bien» en Alemania o Polonia…no veían pasar los trenes llenos de cadáveres vivientes camino de Auschwitz-Birkenau, Mauthausen, Dachau, Buchenwald, Flossenbürg, Ravensbrueck, Sachsenhausen. Y no los veían a pesar de haber sido avisados, por Brecht, por ejemplo. Parece ser que tampoco los oían , aunque los gritos y llantos de los de dentro de los vagones sólo eran superados por los insultos y ladridos de los de fuera.

    Esta ceguera y sordera, súbitas y selectivas, de la clase media dizque democrática europea de los años 30 se repitió largo tiempo y en distintos lugares, como bien podrían contar nuestros héroes republicanos que saborearon el salitre y el frío de Argelés Sur Mer. El resultado de esta rara dolencia fue la ausencia de crítica social y, por tanto, la ampliación de la barbarie hasta el infinito ??descubierto? en 1945 y la paja mental (perdón) de Nüremberg.

    Igual pasó con las atrocidades cometidas en toda América Latina, asesinatos, torturas, violaciones y ??desapariciones? pedagógicamente explicadas a los futuros verdugos en la Escuela de las Américas, que aún hoy existe con el surrealista nombre de Instituto de Cooperación para la Seguridad Hemisférica. Un tal Galtieri fue uno de sus ??licenciados?, por poner sólo un ejemplo entre decenas de miles.

    Pues eso, que no hemos mejorado mucho; hoy los trenes son aviones y los nombres de los centros de tortura y exterminio han cambiado su sonoridad hasta llegar al esperpento de manchar para siempre la bella guantanamera, guajira, guantanamera de Martí. Las bombas, por otro lado, siguen siendo un clásico, ahora llevan mensajes de odio en inglés en lugar de esvásticas y, como entonces, destrozan a hombres, mujeres, niños, perros, caballos?

    La pregunta es ¿qué postura vamos a tomar hoy los urbanitas de clase media y nuestros representantes políticos? ¿La ceguera de casi siempre o la denuncia clara, contundente e imaginativa contra la masacre de Vietnam en los años 60? Aznar comienza a preocuparse por esta última posibilidad y, poniendo la venda antes que la piedra, intenta sin éxito enfangar mayo del 68. Lastimica de hombre, no le basta con la mediocridad, ansía llegar al esperpento.

    O sea, ¿vamos a seguir sonriendo y manteniendo relaciones de amistad con EEUU, Israel, etc?y prestándoles unos cuantos soldaditos de plomo en Afganistán y Líbano? Pues si, claro que si. Otra cosa es que a nosotros nadie nos impide acercarnos una vez al mes a las embajadas y consulados gringos con las fotos y nombres de los asesinados. Y fuera máscaras ya!! Bien por ti Olga (y por Maruja Torres el otro día), gracias a las dos.

    ¡Salud y República!