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Fernando Berlín, el autor de este blog, es director de radiocable.com y participa en diversos medios de comunicación españoles.¿Quien soy?english edition.

[OPINION] El gobierno presentará próximamente su propuesta de nueva ley orgánica sobre «Libertad religiosa». Hace semanas que tiene el borrador en sus manos y está esperando la oportunidad política para darlo a conocer.

La Ley será una nueva demostración de que la política social no se hace necesariamente desde los presupuestos, sino que el B.O.E puede consignar la vertiente ideológica de un gobierno.

¿Será polémica? Por supuesto. Pero no porque la Ley incluya aspectos muy chocantes sino porque en España todo es polémico, siempre. Y si hablamos del deslizante territorio de la religión, pues mucho más. Pero conviene recordar que la separación Iglesia-Estado es un síntoma de salud democrática.

La Ley aparca el viejo paradigma de la «España clerical contra la España anticlerical» porque esa distinción no existe, es falaz. La nueva Ley, muy pedagógica, entiende que, en España, hoy, conviven personas indiferentes a la religión junto a diferentes confesiones religiosas cuya libertad hay que proteger.

Sí. La ley protegerá la elección del individuo, y le protegerá de la imposición desde el Estado o desde instituciones de todo tipo. Por ejemplo garantizará la libertad de vestir el velo en las escuelas y en los edificios públicos, salvo por razones de seguridad. También garantizará, que el alumno que desee llevar un crucifijo en el cuello, pueda hacerlo, pero no permitirá que los crucifijos, ni otros símbolos, sean quienes presidan las aulas.
La Ley, además, regulará la simbología en lugares públicos y en actos institucionales.

Las mayores reticencias llegarán, claro, de quienes aspiran a que la religión católica juegue con condiciones ventajosas en todos los frentes y esto, como sucede en otros paises, no será así. La Ley ampliará la laicidad del Estado y la neutralidad ante las confesiones religiosas, pero también mejorará la libertad religiosa, individual, de los ciudadanos.

ERA UNA REFORMA OBLIGADA

Se debe tener en cuenta que, en realidad, se trata de proporcionar un marco regulatorio para aspectos nuevos para la sociedad española. Por ejemplo: ¿cómo debe actuar un Ayuntamiento cuando muere un ciudadano musulmán en su pueblo? Alguién debería explicar, de forma sencilla, cómo debe oficiarse esa ceremonia, y qué espacio del cementerio debe habilitarse, si procede.

O por ejemplo, algo más cercano a la Ley: ¿quién preside un Funeral de Estado? ¿se invita a las confesiones religiosas a asistir? Puede que la Ley no entre en detalles tan concretos pero su aprobación dará lugar a la normativa correspondiente que sí que lo hará.
Es sorprendente descubrir cómo, hasta ahora, los Funerales de Estado -en situaciones como el accidente de Spanair-, han sido convocados por las Diócesis. La religión católica se ha apropiado en España del espacio de «duelo» sin preguntar a qué confesiones pertenecen los fallecidos y sus familias.

El Estado tiene que garantizar esa neutralidad, especialmente porque nuestro mundo cada vez es más plural, más pequeño.

De la misma forma alguien tenía también que regular los actos institucionales. Hasta ahora, paradójicamente, no había ninguna normativa que lo hiciera: ¿se jura ante un crucifijo? ¿sobre una Biblia? ¿por qué?

Un debate muy interesante surgirá respecto a qué asociaciones reciben dinero del Estado ¿Debe recibir dinero una asociación que persigue el proselitismo religioso -conocido eufemísticamente como dar a conocer valores religiosos-? ¿No debe entonces recibir dinero también aquella asociación que persiga dar a conocer las bondades del laicismo?

Por eso, la llegada de la nueva Ley debe ser saludada. Eso sí, nos espera un periodo cansino, de demagogia y de protestas, en el que seguramente asistiremos a funerales duplicados, a objeciones públicas, a presión en las televisiones regionales, etc. Es a lo que nos tiene acostumbrados este país, tan tendente a confundir libertad con imposición.

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4 Replica a este post
  1. Perdona que no consiga comprender esta eterna discusión sobre el tema religioso en España. En mi país, la ‘enseñanza obligatoria, laica y gratuita’ se promulgó por ley en 1882. Y me llama la atención que siendo un país mayoritariamente católico, nunca se planteó el problema sobre símbolos religiosos, y debo decir que el fenómeno migratorio hacia España tiene menos de 20 años, mientras Argentina quintuplicó su población entre 1880 y 1940. La mayor comunidad judía fuera de Israel era Argentina (ahora es EEUU). Rusos, alemanes, ingleses, italianos, españoles… llegaron por miles durante casi 50 años.
    Fui educado en una escuela pública en la que el 35% de su alumnado era judío, sin embargo jamás ví una queja de un padre porque en la secretaría del colegio había un crucifijo, como a mí, como católico, jamás me ofenden las estrellas de David, o el Corán.
    ¿Se puede explicar el origen de este debate que me parece medio sin sentido si todos somos tolerantes y no vemos en los demás un sentido ofensivo?
    La Constitución Argentina reformada en 1994 eliminó el artículo que exigía que el presidente fuera católico (de 1853), aunque al jurar, el presidente lo hace sobre los Evangelios, aunque si este fuera judío lo haría sobre la Biblia, y si fuera musulmán podría hacerlo sobre el Corán… y nadie se rasga las vestiduras ni se siente ofendido.

  2. Pedro, entonces habrá que elegir entre tener las aulas como escaparates de símbolos, llenas de crucifijos, estrellas de David, medias lunas del islam, budas, el símbolo ateo (que existe), deidades hindúes, etc… a simplemente no poner nada y que cada uno lo lleve en su atuendo si quiere. ¿No te parece que es más sensato? La mezcla de religiones JAMÁS ha dado buenos resultados, por eso, la solución más sensata es la neutralidad para con todas. Y que cuando tú fuíste al colegio nadie dijera nada de los crucifijos (que no significa que no molestara a nadie) no quiere decir que nunca nadie lo haya dicho o lo vaya a decir en cualquier lugar y momento.

    Una pregunta ¿y si el presidente NO es creyente? ¿sobre qué jura entonces? Upsss…. perdón, se me olvidaba que por allí alguien que no es creyente no puede aspirar a presidente.

  3. Te respondo a los dos temas.

    1- Si no es creyente, pues jura sobre la Constitución Nacional, qué más? Si analizas un poco la historia de Argentina te encontrarás que estas discusiones sobre laicismos se dio entre 1880 y 1900. Es muy diferente el rol de la Iglesia allí, cumple una función muy social, de trabajar sobre los problemas que ha generado la sistemática corrupción que se instauró desde 1930 y se potenció desde 1945 con la llegada del peronismo.

    2- Seguramente no he sido claro, estimado Pedro, en mi comentario. No es que exista «mezcla de religiones», simplemente el debate no existe, se toma con naturalidad. En los colegios religiosos hay símbolos, en los públicos, puede que los haya o no, nadie se fija ni se siente ofendido. Un director puede tener en su escritorio una estampa de una virgen o puede tener el candelabor de Januca, y nadie se molesta. Lo único que es obligatorio es la bandera argentina, y se mantiene la costumbre (muy americana) de saludar a la bandera por la mañana, nada más.

    Lo que intento decir es que el debate me parece sobredimensionado, tanto del fundamentalista que se siente ofendido por el burka o la cruz, como el del otro lado que defiende la España ultracatólica. Toda reivindación en nombre de… tiene un germen de intolerancia, mi estimado. Y el hombre es intolerante por naturaleza, pero por la capacidad maravillosa de pensar y analizar, algunos lo reprimimos y soportamos símbolos o costumbres diferentes mientras que respeten las mías. El ateo tiene el derecho de serlo, pero si se siente ofendido por un janucá, un crucifijo o cualquier símbolo religioso, creo que es medio pelotudo.
    La escena más estúpida que ví fue la de un padre pidiendo retirar a su hija de un colegio público porque había un crucifijo… A ese hombre deberíamos tenerle miedo, porque en la Alemania de 1930-1945 hacían lo mismo y sabemos en qué terminó!

  4. Pedro, tu demagogia con la Alemania nazi es absurda, además de ser una falacia conocida como «reductio ad hitlerum». Por tanto ya no hace ni falta molestarse en refutarlo. Además, los ateos ya estamos acostumbrados a leer ese tipo de tonterías.

    Ya veo tu tolerancia, que insultas a una persona por el hecho de que le molesta la presencia de un símbolo religioso en un sitio público. Como tú hay algunos también en España, pero menos mal que son pocos. Que en tu país nadie considere el tema no significa que no deba considerarse en otros países que están más cerca de la laicidad que el tuyo. Los recintos públicos han de ser neutrales con las ideologías sobrenaturales. Para lo contrario ya tenéis los colegios concertados (que también se pagan con dinero público, dicho sea de paso). Yo no soy pelotudo por no darme la gana que la clase de mi hijo (en el colegio P?BLICO) sea presidida por un crucifijo. Simplemente no quiero que mi hijo tenga nada que ver con esas estupideces.