Son las 14h y hemos quedado a comer con un diputado del Partido Popular en el Parlament de Catalunya. Lo esperamos en el bar con el móvil en la mano… Mientras tanto, en otro lugar de la cámara, el president del Parlament, Ernest Benach, actualiza su estado en el Facebook: está con unos analistas políticos de la Comisión Europea.

Benach, como gesto de transparencia, comparte con sus amigos de Twitter y Facebook todo aquello que va haciendo como president. Por ello, nos enteramos de que justo después de esta entrevista, durante la que también actualiza su estado, tiene otro acto en el Parlament para hablar sobre políticas de igualdad y otro en una ciudad cercana para hablar sobre la República. «Los diputados trabajamos siete días a la semana y 24 horas al día«, dice.

El peso de los diputados en un sistema parlamentario es más o menos relativo, ¿no?

No es un problema tanto del sistema parlamentario como tal, sino de la ley electoral. Hay otros sistemas parlamentarios donde el peso del diputado es muy superior… La cuestión se centraría en pensar un modelo que nos acercara a las listas abiertas y corregir algunos defectos.

Hay quién entiende que debería reducirse el número de parlamentarios y aumentar el de los asesores de estos.

No estoy de acuerdo. Los diputados tienen la suficiente capacidad… Lo que dudo, en todo caso, es que en un lugar como Cataluña 135 diputados sean suficientes para una población de más de siete millones y medio de personas.

Pero, en cualquier caso, volviendo al primer punto… ¿Qué sentido tiene que voten todos los diputados en un pleno? Al fin y al cabo, se podría hacer como en las comisiones, donde solo votan los portavoces de forma ponderada…

Entiendo que hay momentos en los que es imprescindible la presencia de todo el mundo: cuando se hacen las preguntas, en los debates de política general [en el caso del Congreso de los Diputados, el debate sobre el Estado de la nación], en las votaciones… Los diputados deberían de estar siempre.

Bien, pero recuerdo una conversación con una diputada del Congreso en la que ésta me decía que, en realidad, se trabajaba más fuera del hemiciclo, que dentro. En el pleno se concretan las cosas, pero poco más…

En cualquier caso insisto que cuando se hacen los grandes debates, la responsabilidad de los diputados les hace quedarse. Si se discute sobre un tema que no afecta a un diputado concreto, por el área en el que trabaja, puede estar trabajando en otro lugar, evidentemente. Ahora bien, lo que no se entendería es que estuvieran en el bar.

Frecuentemente se hace demagogia cuando se habla del sueldo de los parlamentarios. Al fin y al cabo tienen una dedicación casi plena y en la empresa privada se pagaría mejor, ¿no?

Siete días a la semana y 24 horas al día… Es así, pero es verdad que no lo hemos sabido explicar muy bien. En el Parlament de Catalunya fue donde empezamos a hacer públicos los sueldos, hasta el momento secretos. Pero, en efecto, es un tema con el que se ha hecho mucha demagogia y habría que intentar normalizar al máximo esta situación.

Como gesto de transparencia también, dicen, se ha hecho eso del Parlament 2.0…

Hay experiencias en lugares como el parlamento británico o el Congreso de los EEUU que tienen perfiles de Twitter o Facebook… Es un trabajo que hay que hacerlo poco a poco y creértelo. Se trata, al fin y al cabo, de poner herramientos para que tanto ciudadanos como parlamentarios estén a la altura e interactuen entre ellos. ¡Los medios están y el contenido se ha de ir poniendo entre políticos y ciudadanía!

Precisamente a través de su Facebook va explicando su agenda… Cuando se reúnen con presidentes de cámaras autonómicas o europeas, ¿de qué hablan? Días atrás en la Asamblea de Madrid se prohibió beber agua dentro del hemiciclo…

Eso es más bien anecdótico (sonríe). Se hablan de cosas, en el caso europeo, como del principio de subsidiariedad… Es decir, qué mecanismos podemos emplear para hacer llegar a la Unión Europea nuestra opinión sobre lo que legisla la Comisión y que está dentro de nuestro ámbito competencial. En el Estado español algunas de estas decisiones se toman en las comunidades autónomas y, por tanto, además lo marca el Estatut, es uno de los temas sobre los que debatimos… El tema del agua la verdad es que no lo hemos tocado…Hablamos sobre cuestiones estructurales que afectan al funcionamiento de los debates parlamentarios.

¿Y qué funciona mejor para mantener la calma en esos debates? ¿Qué puede hacer el presidente de una cámara legislativa? Unos permiten hablar más del tiempo estipulado, otros cortan la palabra…

Tener sentido común y saber en qué momentos se puede ser flexible y en cuales no. En un debate de política general, donde hay discursos muy largos, se debe ser suficientemente flexible… Sin embargo hay momentos estrictamente pautados, como las sesiones de control, donde se tiene poco más de dos minutos para hablar. En ese contexto dejar hablar veinte segundos más, porcentualmente, es darle mucha más palabra de la asignada. Insisto, es cuestión de sentido común y de tratar a todos los diputados por igual, independientemente de qué partido sea.

Pero es cierto que la tranquilidad que había caracterizado la política catalana ha sido sustituida por una cierta crispación.

La situación política tiene mucho que ver y, además, se han extremado las posiciones. Cuando esto pasa se ve perfectamente en el clima parlamentario. Hay temas de país muy importantes a los que se debería responder de forma común como en el caso de la financiación, la posible opresiva sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut… Esos temas necesitan calma.

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