Vistas las convenciones de PSOE y PP, los partidos han fijado las ideas que ya teníamos de ellos. Lejos de ser una estupidez, parece una estrategia: esto es lo que soy, que luego nadie se lleve a engaño.

Las encuestas demuestran la intención de cambio, y más que de cambio, de castigo y desesperación. Una victoria del PSOE aturdiría a las empresas, y a los mercados, que descuentan la victoria del PP y sus decisiones: recortes y contracción en todos los ámbitos. Son esperables reformas fiscales, reformas en el estado de bienestar, reformas en derechos civiles… Un programa de converdurismo puro.

Lo curioso es que tampoco parece que la ciudadanía sea eso lo que quiere, si no transparencia, libertad, redistribución de la riqueza… Todo este cuadro social configurará una legislatura caliente, que va a depender en gran medida del numero de diputados que logre el PP, así como de la irrupción de partidos minoritarios, y del encaje interno y social que haga el PSOE de su derrota.

Por lo demás, las encuestas también demuestran que la ciudadanía sabe que la crisis no es cuestión de quien gobierne, si no de fuerzas externas sobre las que no podemos influir. Es como decir, quiero despedir al Director que tengo, y solamente tengo un curriculum alternativo.

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