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Fernando Berlín, el autor de este blog, es director de radiocable.com y participa en diversos medios de comunicación españoles.¿Quien soy?english edition.

Hoy se cumplen cinco años de la fotografía de las Azores, aquel encuentro que supuso el preludio de la invasión de Irak. Bush buscaba aliados internacionales para iniciar la guerra. Argumentaron que había armas de destrucción masiva, que Saddam tenía vínculos con AlQaeda, mentiras, todas, negadas ya por los servicios secretos.

El Pte. de los EE.UU. encontró a quienes dieron veracidad oficial a la historia ante la ONU. Uno fue Blair, el otro nuestro Aznar. La historia, no por conocida deja de ser atroz. La iluminación de aquellos hombres empujó a la ONU a aceptar la inevitabilidad de la invasión.

Para Bush se trataba estrictamente de garantizar el suministro energético de los EE.UU las próximas décadas. Como tantas otras guerras era tan sencillo como hacerse con los recursos de otro, instalando una buena base de actividad en pleno Oriente Medio. Aznar, simplemente, pretendía entrar por la puerta grande en el grupo de los poderosos y los pragmáticos. Una buena cartera de relaciones bien vale una guerra.

Y allí es donde quiero ir. La palabra fue devaluada evocando un simple paseo por el desierto, o una breve operación «quirúrgica», reduciendo semánticamente el valor de la atrocidad.

Pero no se puede reducir a metáforas el daño tan abominable, que esconde. Mujeres que mueren en las explosiones de los mercados, niños que son reventados por bombas, niñas que son violadas en los pueblos cercanos a las bases de EEUU, torturas a manos de quienes iban a liberarles de la soga, humillaciones permanentes de los invasores enviadas a Internet para gloria de los soldados, pena de muerte, asesinato de las libertades..  lecciones para la historia de nuestra democracia occidental.

Aznar es uno de los autores intelectuales de la guerra, sí. Hoy está en las manos de nuestra sociedad demostrar que la acción del entonces presidente no puede quedar impune. Debe comparecer ante los tribunales por ello, aunque sea sólo por dejar un mínimo legado de dignidad en esta civilización.

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