Se quejó Rice en España de la falta de derechos humanos en Cuba, pero nada dijo de Guantánamo, de los vuelos secretos de la CIA o de las cárceles secretas creadas por Estados Unidos.

Tampoco habló Rice de la situación de los derechos humanos en países como Arabia Saudí, Egipto, Marruecos o Israel, por poner algunos ejemplos de países aliados de Washington en los que la libertad de expresión brilla por su ausencia o en los que el respeto de los derechos humanos no es más que tinta sobre papel.

¿Por qué está mal mantener contactos con La Habana y sí está bien mantener contactos y grandes negocios económicos y políticos con Riad, capital de un país donde las mujeres no alcanzan ni siquiera la categoría de ciudadanos de segunda?

En vez de erigirse como adalides de la democracia y la libertad en el mundo, Rice y los demás de la administración Bush podrían ahorrarnos cinismos y decir claramente que ellos son los que deciden la mecánica del orden internacional y los que dictan qué está bien y qué está mal.

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