Esteban Beltrán, director de la sección española de Amnistía Internacional, acaba de publicar un libro que recomiendo: ??Derechos torcidos. Tópicos, medias verdades y mentiras sobre pobreza, política y derechos humanos?, de la editorial Debate.

  En el prólogo del libro el autor recomienda que echemos un vistazo al índice, donde aparecen los títulos de cada capítulo, que no son más que frases que contienen ideas convencionales, preconcebidas y asumidas por una mayoría de la población, pero no por ello siempre ciertas.

  Así, el primer capítulo se titula ??Los políticos deben hacer siempre lo que les pide la gente?, y en él se plantea la relatividad de algunas encuestas de opinión, instrumento por el que los políticos se guían a menudo para interpretar los deseos de la mayoría, deseos que pueden cambiar radicalmente tan solo con un mes de diferencia.

    Beltrán presenta un ejemplo inquietante: Según el barómetro de julio de 2008, solo el 0,3% de la población española cree que el problema que más le afecta son las preocupaciones y situaciones personales. Si esto es así, vivimos en una sociedad a la que la muerte, la soledad, el abandono de los seres queridos, de la pareja, el amor o las amistades, afectan menos que ??la posibilidad de que nos toque de cerca un atentado de ETA? o que la repercusión de las últimas propuestas políticas presentadas por el PSOE o el PP.

En ese mismo capítulo el autor plantea lo siguiente:

??Imagínese el lector que un político presenta su candidatura y dice:

Mis dos prioridades absolutas serán los últimos de la fila y el futuro. No siempre tomaré medidas confortables para todos y muchas veces no estaré de acuerdo con lo que la mayoría de la gente diga. Gobernaré con los principios aunque cueste dinero.

  No tomaré medidas pensando en las próximas elecciones, sino más a largo plazo, con el fin último de hacer de nuestro país y nuestro mundo un lugar más justo y estable donde vivir. No será fácil, pero no mantendré el pragmatismo a corto plazo que hipoteca la vida de las próximas generaciones. No quiero engañar a nadie: la mayoría de la gente tendrá que renunciar a una parte mínima de esta vida confortable para que en otra parte del mundo, lejos, la vida merezca tal nombre.

No habrá subsidios a la agricultura, no venderé armas a nadie y cerraré todas aquellas industrias que contaminan. Además, los drogadictos, los impedidos, los enfermos terminales, los sin techo, los presos, las mujeres inmigrantes, los niños de la calle y los jubilados tendrán prioridad en los próximos presupuestos generales del Estado para reducir su sufrimiento y que tengan las mismas oportunidades que ustedes.

Visitaré, inmediatamente después de tomar posesión, los países más pobres del mundo, abriré nuestras fronteras a sus productos y la ayuda al desarrollo se equiparará, en dinero real, a nuestro presupuesto de defensa.?

Y prosigue Beltrán:

??¿Estaría dispuesto el lector a aceptar tener menos para que más personas tengan algo? ¿Votaría usted a un candidato a presidente del Gobierno que impulsara esta política y se lo contara sin tapujos?.?

El resto de los capítulos se titulan con estas ideas preconcebidas que el autor analiza y cuestiona:

-Todas las guerras son injustas

-La principal amenaza del mundo hoy es el terrorismo

-La transición española modélica y modelo para el resto del mundo

-En España no se tortura

-La inmigración es un peligro

-La pobreza no puede erradicarse completamente

-Un asesino merece morir

-Responsabilidad Social Corporativa, las buenas obras de las empresas

-¡Qué buenas son las organizaciones no gubernamentales!

-Todos los derechos humanos son iguales

-Las palabras no matan ni torturan

Interesante, ¿no?

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