Valerie Demon, la corresponsal del diario francés La Croix, explica en radiocable.com que la cesión por parte de Sarkozy de una de sus dos sillas a España para la cumbre del G-20 no ha tenido apenas repercusión en los medios franceses. Allí «se considera normal» que un país como España esté en esos encuentros. La corresponsal cree además que el gesto del presidente francés ha podido ser una contrapartida a la ayuda que la diplomacia española ha prestado ya al proyecto de Unión para el Mediterráneo o un intento de Sarkozy de atraer a España a sus posiciones europeístas y a tener mayor protagonismo.

Sarkozy y Zapatero
(Foto: Flickr/Sagabardon)

Valerie Demon cuenta que muy pocos medios en Francia han informado de las gestiones diplomáticas de España para estar en la Cumbre. Y cuando se supo, los corresponsales fraceses lo miraron con  incredulidad. Primero porque a muchos les parece normal que España esté en esos foros -«lo contrario sería una anomalía»-, pero también porque no tenían claro que se pudiera lograr en quince días lo que no se había hecho en cuatro años.

Sin embargo la periodista considera que es un logro importante para España y espera que eso indique que existe un compromiso para tener mayor presencia y actividad en la escena internacional. Este es quizá el mayor reproche que se hace en Francia a Zapatero, un político popular y valorado por sus leyes sociales, pero que decepcionó un poco por que se esperaba más de España a nivel europeo.

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La corresponsal de La Croix también cree que los países se hacen favores diplomáticos cuando quieren. Por eso considera que más que «algo por lo que tendremos que pagar en el futuro» como han sostenido algunos medios españoles, el gesto de Sarkozy puede haber sido en realidad el pago al apoyo español prestado a su iniciativa de Unión para el Mediterraneo. En un principio, el presidente francés se encontró bastante sólo para este proyecto, pero el empuje y el compromiso de Zapatero con el mismo contribuyeron a sacarlo adelante.

También revela que en algunos temas Sarkozy se encuentra bastante sólo en Europa y que su relación con Alemania no es todo lo buena que desearía. Y cuando se planteó el tema de a quién dejaría una de sus dos sillas en la Cumbre el presidente francés -algo que se discutió desde el principio-, salió el nombre de Jean Claude Junker, presidente del Eurogrupo. Sin embargo esta es una figura con la que el líder galo tampoco se entiende demasiado bien.

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