Iñaki Gabilondo en Noticias Cuatro: «La batalla en defensa de los derechos humanos no acaba nunca. En definitiva, es la batalla del hombre contra el hombre, de su razón contra su sinrazón, de su civilidad frente a su barbarie. Por eso, lo que hace sesenta años se proclamó en el Palacio Chaillot de París ha de afinarse sin descanso. El año 65, convención contra la discriminación racial. En el 67, protocolo sobre refugiados. En el 73, declaración contra la tortura. En el 79 contra la discriminación de la mujer. En el 89, por los derechos del niño. En el 98, con la creación de la Corte Penal Internacional. Es una pelea extenuante no sólo porque queda mucho por hacer, sino porque van surgiendo nuevos enemigos, nuevas discriminaciones. Los derechos humanos avanzan sin cesar pero el mundo rico ingenia constantes formas renovadas de exclusión, con distintos disfraces. Y el imperio de unos principios de competitividad feroz produce ingentes escombros humanos, en el corazón mismo de la prosperidad. Como no se impongan nuevos paradigmas, es imposible que la lucha por los derechos humanos pueda tomarse un descanso en el siglo XXI.

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Sin ir más lejos: el informe juventud, difundido ayer, nos ofrecía este dato. Uno de cada tres jóvenes españoles apoya la pena de muerte. Así que ya ven, el paso del cangrejo, que nos obliga a mantener la tensión intelectual y moral sobre el hombre y su dignidad. Como si el día quisiera ofrecernos un ejemplo perfecto de ese pulso, de derechos y de disfraces, nos llega de Suiza una historia dramática. Un canal inglés de televisión va a ofrecer esta noche las imágenes de un suicidio asistido. Un hombre, enfermo irreversible, va a morir ante las cámaras. ?l y su mujer lo desean así. Son partidarios del derecho a morir y quieren hacerlo patente. La cadena de televisión afirma que quiere contribuir a un debate imprescindible. Ya ven; ¿les parece bien o mal?…

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