Iñaki Gabilondo en Noticias Cuatro: «Que Zaplana deja de ser portavoz, que Gallardón sigue de alcalde, quién será ministro, con quién se aliará Zapatero, cuál será el equipo de Rajoy. Las curiosidades van por ahí. Nombres, tácticas, pulsos. El espectáculo de la competición, en definitiva. Pero, a nuestro juicio, lo más importante sería clausurar una etapa, casi una década, en la que la política española se ha ido a la estratosfera, dejando aquí en tierra a los ciudadanos.

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?poca abarrotada de grandilocuencias, epopeyas, momentos históricos, objetivos grandiosos, cruzadas. Cada responsable público ha aspirado a trascender, a resolver de golpe problemas seculares, ascender a los cielos del poder mundial o erigirse en salvador de valores eternos. De forma que las disputas políticas, por la magnitud de cada envite, se han convertido en drama, cuando no en tragedia. No vamos a reprochar que se intenten las grandes hazañas y se busque lo memorable. Incluso lo elogiamos. Pero hay que saber cuándo no puede ser, o cuándo no es tiempo ya o no es tiempo todavía, o cuándo no lo será nunca. Maragall, Aznar, Ibarretxe, Zapatero? todos ellos tuvieron o tienen un sueño. Eso está bien, con tal de que no se olvide que la grandeza es virtud, pero es vecina del delirio de grandeza, que es enfermedad. Creemos que llevamos demasiado tiempo entre palabras mayores y estamos empachados de mayúsculas. Necesitamos una legislatura de caldito y comidita casera. Es hora de que la política abandone el escenario en el que se ha instalado como una ??prima donna?? pero que no es su sitio. Le toca dirigir la función, y hacer gestión, y negociar, y resolver problemas. Nos debe trabajo en discreción. El protagonismo corresponde a la sociedad, que está ya aturdida con tanto estruendo. Menos Wagner, por favor.»

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