Eran las dos de la mañana. Se puso delante de mí con la tremenda palidez del desconcierto, y una frase tintada de  negros y añiles se mezcló en  el aire  con el humo del tabaco. ??¡Menos mal que todos estamos bien!?. ¿Todos… ? pensé . Si solo estamos Gata, ella, y yo…( Pero eso no me sorprendía, porque una conoce ya los giros y regiros de las situaciones cuando lleva viviendo mucho tiempo en el mismo escenario)

¿Cómo explicar que ??SOFIA?, una dulce cajita de cera rosa de depilar, había decidido suicidarse en el microondas…?.

Las razones de terminar con la existencia personal, nunca quedan claras ni para el protagonista, ni para los espectadores. Pero lo que sí queda bien patente es el tremendo desaguisado que ocasionan por dentro y por fuera. No es mi intención frivolizar con el tema, pero la vida es como es, y no se trata nada más que de un sombrero lleno de confeti (Como dice ??un buen amigo…?) en el que lo animado e inanimado suelen correr la misma suerte.

SOFIA había decidido terminar con su existencia, probablemente porque creía profundamente en el reciclaje (Al final, hasta los más escépticos piensan que algo tan magnífico como su propia personalidad, no puede terminar simplemente en un depósito de restos) En este caso la muerta me cayó a mí, porque la protagonista del último empujón estaba absolutamente desolada, sobre todo por la frustrada deforestación de sus pieles, y dándose la vuelta había decidido ir a  ??descansar la espalda? (recuerdos  del pasado…) 

Aunque el relato podría merecer gran respeto, no voy a entrar en detalles sobre el fragor de la lucha.¿Para qué…?, si solo yo, y quien ha pasado por una experiencia parecida, podría entender la dimensión  de la contienda. No tengo tiempo ni ganas de convertirme, a bote pronto, en un  Tito Livio  cronista, excepto en dos de sus enseñanzas que vienen al pelo y que  me sirvieron para salir del atolladero:

?? Cualquier esfuerzo resulta ligero con el hábito?.

?? Cuando la situación es adversa y la esperanza poca, las determinaciones drásticas son las más seguras?.

Más tarde, al contemplar ??la doliente ??  mi éxito en el campo de batalla,  preguntó admirativamente: ¿Cómo lo has conseguido…?. Yo, dirigiéndome majestuosamente a darme un ?? baño sensual de madrugada con olor a Huile de Massaje a L??ylang Ylang? , respondí: ?? he utilizado un producto muy antiguo que todos tenemos, pero que  muchos no quieren utilizar porque es  más gratificante que lo usen otros: VOLUNTAD DE QUERER HACERLO ?.

 

 

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