Cuando se habla de inmigración en nuestro país se suele poner el acento en los sin papeles y en todos aquellos que proceden de naciones del tercer mundo. Pero también existe otro tipo de inmigrantes, los que proceden de países desarrollados. Un estudio del Instituto Elcano analiza este fenómeno que no es nuevo, pero presenta ahora un matiz muy diferente: si antes muchos venían de «turistas residentes» o jubilados, ahora el 75% son trabajadores.

El Parlamento de la UE

Según la responsable de la investigación, Carmen González Enriquez la inmigración a España procedente de los países más desarrollados de la UE se ha multiplicado por tres en los últimos 12 años. Aunque advierte que su número exacto es desconocido ya que, a diferencia de los extracomunitarios, gran parte de ellos no se empadronan ni se registran al no tener suficientes incentivos para hacerlo, ni existir una legislación estricta.

Según el Instituto Nacional de Estadística, en España residen 5,22 millones de extranjeros. Unos 2,1 millones son ciudadanos de la Unión Europea actual, es decir la compuesta por 27 países (incluyendo a Rumanía y Bulgaria). Pero si se acota los datos a los ciudadanos procedentes de la UE-14, es decir antes de la ampliación y sin contar a España, hay 924.101, lo que representan un 18% del total de extranjeros. Sin embargo las embajadas de países ricos como Francia, Alemania o Reino Unido reconocen que hay un porcentaje elevado de sus ciudadanos que residen en España, pero sin notificación oficial.

Se trata del grupo de inmigrantes más antiguos, ya existe desde los años 60. Aunque si entonces eran sobre todo franceses, ingleses y alemanes que elegían la costa española para vivir sus retiros, ahora las cosas han cambiado. Muchos siguen agrupándose en Levante, Baleares, Canarias y Andalucía, pero el 42% reside en el resto del territorio nacional, especialmente en Madrid o Barcelona, con un 11% y 14% respectivamente.

Pero además la Encuesta de Pobación Activa refleja que los jubilados (más de 65 años) son ahora sólo una minoría, la quinta parte del total de extranjeros de la UE-14 residentes en España. Y la tasa de actividad de la población en edad activa (de 16 a 64 años) es básicamente similar a la de la población española: un 57% de los extranjeros frente a un 59% de la población española.

Son un grupo con niveles educativos y ocupacionales superiores a los de la población española y muy superiores a los del resto de los inmigrantes. Trabajan en la construcción, el comercio, la hostelería pero también en actividades financieras, inmobiliarias y administrativa. Y en comparación con los españoles, estos inmigrantes comunitarios nos duplican en porcentaje entre el personal directivo y nos superan entre los técnicos y profesionales de nivel alto y medio.

El estudio del RIE, destaca que esta inmigración proviene de países que presentan tasas de paro inferiores o similares a las españolas y que cuentan con niveles de vida y servicios del Estado de bienestar de media superiores a los españoles. Los elementos de atracción son por tanto diferentes a los habituales y parecen tener que ver con la mayor calidad de vida y el clima. Pero además el fenómeno sirve para ilustrar la diversificación de los movimientos migratorios en todo el globo, que ya no sólo se dirigen de los países en desarrollo a los desarrollados, sino que cada vez más afectan a países desarrollados entre sí.

Esta inmigración también es el resultado de la igualación de los niveles de vida entre el Sur y el Norte en la UE -una de las razones de su existencia-, y tiene un efecto beneficioso en la construcción de una identidad común europea. Puede ayudar a atraer a personal muy cualificado a España -por ejemplo investigadores-, aunque también tiene que ser tenida en cuenta por las administraciones. El Instituto Elcano cree que sería necesario mejorar los instrumentos de registro para saber el número exacto de inmigrantes comunitarios y a nivel práctico habría que mejorar la enseñanza del inglés.

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