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Fernando Berlín, el autor de este blog, es director de radiocable.com y participa en diversos medios de comunicación españoles.¿Quien soy?english edition.

El 11 de marzo de 2008 , 48 horas después de las elecciones generales que ganó el PSOE de Zapatero, Luis Aizpeolea escribió un artículo en el diario EL PAIS en el que explicaba los «seis retos urgentes» que se puso el Presidente para afrontar la nueva legislatura. Según Aizpeolea se trataba de:

Lucha contra la desaceleración económica. Una vez celebrada la investidura como presidente, a mediados de abril, Zapatero convocará a sindicatos y empresarios para concertar un pacto contra la desaceleración económica y para el pleno empleo. El presidente reconoció durante la campaña electoral, el aumento de la inflación y la pérdida de empleo, sobre todo, en la construcción.

Lucha contra el terrorismo etarra. Zapatero pretende recuperar la unidad con el PP en la lucha contra el terrorismo etarra.

Renovación institucional. Es una vieja asignatura pendiente que no ha podido materializarse durante la legislatura a causa de la estrategia de crispación del PP. Desde noviembre de 2006 está pendiente la renovación del Consejo General del Poder Judicial y desde diciembre de 2007 la del Tribunal Supremo y la del Tribunal Constitucional. (…)

‘Plan Ibarretxe’. (…) Zapatero anunció, en septiembre, que rechazaría dicho plan por su contenido soberanista y su planteamiento unilateral.

Sentencia del Constitucional sobre el Estatuto catalán. Dicha sentencia marcará la pauta posterior del proceso de reformas estatutarias iniciadas la pasada legislatura y aún no culminado.

Relaciones Iglesia-Estado. Tras la conflictiva relación entre ambas instituciones en la pasada legislatura, Zapatero tratará, tras las elecciones, de abrir una nueva etapa. El Ejecutivo saludó ayer como buen síntoma la carta de felicitación que le envió el presidente de la Conferencia Episcopal, Antonio María Rouco, en la que manifiesta «su disposición personal y la de la Conferencia Episcopal para colaborar sinceramente con las autoridades legítimas del Estado en orden al mejor servicio del bien común».

El Presidente se equivocó en la «lucha contra la desaceleración económica» y en la renovación institucional. Sin embargo acertó en su apuesta contra el terrorismo de ETA -hoy prácticamente desaparecida la banda- en la unidad política contra ella, en conseguir la desaparición del plan Ibarretxe, y en rehacer las relaciones Iglesia-Estado, a pesar de tener que aparcar para ello la Ley de Libertad Religiosa. No está mal como balance.

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