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Fernando Berlín, el autor de este blog, es director de radiocable.com y participa en diversos medios de comunicación españoles.¿Quien soy?english edition.

El baile de anuncios, y la apariencia de que el gobierno no sabe lo que hace, ni en que dirección camina, no es nueva. Le ocurría al gobierno de Aznar en materia económica, sanitaria y social… Pero entonces apenas recibían críticas. Aznar tenía la fortuna de dirigir un país que surfeaba en plena ola mundial de crecimiento y donde la CEOE se frotaba las manos y colocaba en Moncloa a sus hombres (elpais.es).

Se dijo, alabándolo, que José María Aznar inauguró en España la política de los globos sonda. Su gobierno anunciaba medidas impopulares (elpais.es), esperaba la reacción y las aprobaba en apariencia dulcificadas. Se dijo que la suya era una estrategia de negociación porque, en realidad, eran aprobadas exactamente tal y como habían sido diseñadas aunque parecían el resultado de una respuesta a las discrepancias de la sociedad. Había quien señalaba eso como la demostración del ingenio político del líder conservador. ¿Verdad? ¿mentira?

Los vaivenes de los que se acusa al gobierno actual recuerdan mucho a aquello pero son tratados de forma bien diferente. El gobierno anuncia medidas y las rectifica. Podría tratarse de una estrategia o, en efecto, de una simple respuesta a la discrepancia de la sociedad. En ambos casos debiera ser legítimo, e incluso plausible, pero eso no pasa. No en España.

Porque no nos engañemos. En España los progresistas no deben gobernar. Sus representantes son jovenzuelos inexpertos que improvisan en las grandes materias. No saben mandar. Ellos nunca han dirigido empresas, ni han gestionado grandes equipos, son un experimento de la sociedad de la alternancia para escenificar que este es un país democrático. Pero son unos hippies a los que les importa más un parado que un honesto empleado de la CEOE.

Lo dicen los mismos que acusaron al PSOE de nadar en la corrupción, de beneficiarse de los cargos públicos. Lo dicen los mismos de siempre. Es una vieja canción a la que no se le ha cambiado la música. Pero lo dicen los que ya no mandan.

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