El acuerdo entre la constructora Sacyr Vallhermoso y la mexicana Pemex que les da el 30% de las acciones de Repsol está siendo analizado con detalle por buena parte de la prensa latinoamericana y los grandes medios financieros internacionales. Y sobresalen varias dudas sobre la operación: la dificultad de rentabilizar la operación para Pemex, la posibilidad de que Sacyr solo busque evitar la bancarrota o que se pueda dividir Repsol. Y hay quien también menciona una posible intervención del gobierno español actual… o futuro.

Una plataforma de Repsol

El Wall Street Journal recoge que el acuerdo entre Sacyr y Pemex «excluye a la mayoría de los accionistas. Al igual que con los anteriores intentos de Sacyr de vender una participación en Repsol a  la rusa Lukoil Holdings (LKOH.RS), la petrolera española «se asegurará de que el interés  de todos los accionistas se cumple, sobre todo en función de un acuerdo que excluye a la mayoría de los accionistas «, segun el portavoz de la petrolera. Sacyr Vallhermoso y Pemex dijeron que quieren separar los roles de presidente y director ejecutivo, que son ahora ejercidos por Antonio Brufau que cuenta con el respaldo de la entidad catalana Caixabank segundo mayor accionista de Repsol con una  participación de alrededor del 12%».

Financial Times destaca en una crónica de Miles Johnson que el acuerdo de Sacyr y la méxicana Pemex para ganar mayor control sobre Repsol «ha vuelto a encender las preocupaciones en España acerca de la interferencia del gobierno en las batallas entre las grandes empresas del país. Sacyr y Pemex aseguran que quieren utilizar su recién combinada participación del 29,8% en Repsol para aumentar su influencia en la sala de juntas y llevar a cabo las «sinergias» para maximizar el valor de sus inversiones.

Personas cercanas a Repsol expresaron su preocupación de que el Gobierno español estaría dispuesto a permitir que Sacyr se haga con el control sin hacer una oferta formal de adquisición. Sugirieron Sacyr podría querer dividir a Repsol con el fin de ayudar a manejar la deuda de 4.9 billones de euros que utilizaron para comprar su participación. «Nadie quiere ver a esta compañía cortado en trozos para salvar a una empresa de construcción», dijo una persona. El ministro Sebastián ha explicado que el gobierno quiere asegurarse que se mantendrá «la españolidad» de Repsol y ambas partes han dicho que se han comprometido en mantener una «empresa independiente y española». Aunque algunos observadores, creen que el acuerdo con Pemex no es tanto para preservar el estado de un campeón nacional, sino más una forma de ayudar a Sacyr y a los bancos españoles que le han dado crédito.

El Universal asegura ??Truenan contra Pemex en España?. El análisis de Alberto Barranco recoge: «En brutal contraste, de cara a la manga ancha del gobierno de México en otorgarle al menos el 40% de los contratos en materia de infraestructura a firmas españolas, en el país bérico se están desgarrando las vestiduras contra la posibilidad de que Pemex aumente su participación en la petrolera Repsol. El arreglo ha provocado el escándalo en la madre patria, cuyos principales diarios han calificado la acción de Pemex como ??asalto?? para desestabilizar el interés de los accionistas minoritarios. Mientras, en México se le colocan cláusulas para favorecer a firmas ibéricas en los contratos de infraestructuras, allá se exige privilegiar los intereses nacionales?.

El diario mexicano El Economista asegura en una columna de Marco A. Mares asegura «se trata de una historia en la que el interés de un individuo, disfrazado de nacionalismo y respaldado con muchos recursos económicos, pretende desprestigiar una operación financiera cuyo objetivo es alcanzar una mayor participación en la conducción y destino de una petrolera, con el único propósito de aumentar su rentabilidad y aprovechar sinergias. Es el caso de la empresa petrolera española Repsol y su presidente y director general, Antonio Brufau».

«Presumiblemente los golpes mediáticos que pretenden provocar un incendio también mediático en España y México provienen del máximo ejecutivo de Repsol, quien busca mantenerse en la ventajosa posición que ostenta. Desde esa esquina se utiliza el increíble cuento de que se trata de una Oferta Pública de Adquisición (OPA) hostil disfrazada, a través de la alianza entre Sacyr y Petróleos Mexicanos (Pemex), y obviamente que va en contra de los intereses nacionales de España.»

La paraestatal mexicana «tomó la decisión de aumentar su participación y alcanzar un acuerdo con Sacyr para votar en el mismo sentido en temas y objetivos preestablecidos. México -consideran en Pemex- por este camino puede aprovechar muchas sinergias con la petrolera española y puede coadyuvar a que las decisiones que tome su Consejo de Administración sean las mejores en términos de rentabilidad y desarrollo de la industria. Pemex, juran y perjuran funcionarios de la petrolera mexicana, no está interesado en realizar una OPA, como tampoco ha planteado la remoción de Antonio Brufau… En fin, sin duda, se trata de una operación clara y transparente cuyo objetivo fundamental es mejorar la posición de México en esa petrolera española y que desafortunadamente se registra en medio de la hoguera de las vanidades tanto de Brufau como de Rivero?.

El diario Excelsior apunta en un artículo de José Yuste: «Para Pemex hace todo el sentido del mundo su aumento de participación en la petrolera española Repsol: la hará más internacional, conocerá otros mercados y experiencias, y además entra en una empresa rentable. Repsol es importante para la economía española, y a pesar de ser una empresa privada, el gobierno de aquel país cuida que se mantengan bajo el mando de inversionistas españoles. Incluso el ministro de Industria de España, Miguel Sebastián, se reunió con Juan José Suárez Coppel, director general de Pemex, y con Luis del Rivero, presidente de Sacyr, constructora socia de Pemex en el aumento de participación. El ministro les leyó la cartilla al nuevo grupo de inversionistas mayoritarios, el de Sacyr y Pemex. Les conminó a garantizar la ??españolidad?? en el manejo de la empresa?.

??Sobre el aliado de Pemex y principal accionista de Repsol, la constructora Sacyr, trae un proceso complicado. Sacyr, presidida por Luis de Rivero, fue parte del auge constructor de España, y ahora, como las demás compañías de construcción, se encuentran en un tobogán a la baja: llena de deudas y con poca obra. Bajo ese contexto, Sacyr se animó a mantener su participación de 20.01% en Repsol. Pero lo hizo en base a un préstamo de cinco mil millones de euros, que según relatan los diarios españoles como El País, le puede acarrear grandes dolores de cabeza, e incluso es la razón por la cual Sacyr busca elevar los dividendos para los accionistas?.

La revista mexicana Milenio titula: «¿ A qué le tira Pemex en Repsol?? El articulo de Samuel García dice: «para darnos una idea de lo que esta inversión significará para las finanzas de Pemex y tomando en cuenta la actual capitalización bursátil de la petrolera española, ésta operación supone una inversión adicional de Pemex por alrededor de 1.135 millones de euros, unos 1.640 millones de dólares al cambio actual, por lo que la inversión total de Pemex en la petrolera española se estima que podría alcanzar poco más de 3.250 millones de dólares. Una cantidad de dinero nada despreciable. Con este pacto accionario ,Sacyr- Vallehermoso y Pemex alcanzan conjuntamente el 29.8% de Repsol lo que les permite dar un vuelco a la gestión actual de la compañía con la que evidentemente han estado en desacuerdo, y también asumir una mayor representación en la toma de decisiones de la petrolera española con fuertes intereses en América Latina?.

«Ante la inacción local, Pemex estaría buscando incrementar agresivamente su participación fuera de sus fronteras con jugadores regionales con alto potencial como Repsol. Ese filón de convertir a Pemex en un inversionista energético internacional mucho más agresivo ??no prohibido por la restrictiva ley mexicana?? siguiendo el ejemplo de empresas como la propia Repsol o Petrobrás, parece ser la apuesta que explicaría esta operación. El asunto es si esta inversión será acertada. Y es que han proliferado una serie de cuestionamientos como el que ayer hizo el Financial Times al sugerir que Pemex estaría siendo ??usado?? por el principal accionista de la constructora española para resolver sus propios problemas financieros».

Clarín recoge: «Felipe Gonzalez, se opone a la operación de reemplazo a la actual dirección de Repsol.No está de acuerdo con la opinión de que el proceso sea solo una ??operación empresarial? que garantiza la ??españolidad? de Repsol. ??El argumento que se ha dado no me gusta porque no me lo creo y no es correcta la apreciación que se ha hecho?, dijo González, y expresó su convencimiento de que la petrolera Pemex tendrá como prioridad ??defender los intereses mexicanos como empresa pública?, añadió.

El presidente de Sacyr, Luis del Rivero, tiene otro problema político. Su relación con los populares del PP, que todos los sondeos dan como ganadores de las próximas elecciones generales del 20 de noviembre, son frías para usar un término prudente. Si el PP gana, que es lo más probable, pueden bloquear la operación Sacyr-Pemex mediante la activación de los mecanismos regulatorios.

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