«Rajoy tiene todos los focos apuntándole, lo que le coloca en un buen apuro interno. Por una parte sabe que tiene que seguir los pasos para que ETA desaparezca finalmente, y por otra tiene que contentar a las víctimas y a una parte de la prensa, que le exigen que endurezca la política antiterrorista.

A nadie se le escapa que si hubiera querido evitar la sentencia de Estrasburgo lo habría hecho, como a nadie se le escapa que podría incumplirla.

Y aquí se da una paradoja. La gran lección que podemos extraer de todo esto, es que, probablemente, solo un partido de izquierdas podía iniciar el proceso de paz definitivo y …probablemente, solamente un partido de derechas podrá concluirlo sin que España se parta en dos. Cada partido puede afrontar un estadío de la negociación con ETA, y de la explicación a la sociedad. Es duro observarlo así. Pero es un consuelo también saber que cuando ETA acabe el éxito habrá sido de muchos…»

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