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Fernando Berlín, el autor de este blog, es director de radiocable.com y participa en diversos medios de comunicación españoles.¿Quien soy?english edition.

Llegué a casa de José Saramago y Pilar del Río aquel 17 de marzo de 2004, poco después de comer, creo recordar. De lo que me acuerdo bien es de que ellos habían viajado en avión hasta Madrid. Lo sé porque sobre su escritorio estaba el ejemplar de un diario sobre el que el Nobel había escrito unas notas.

-Es el texto en el que venía pensando y que voy a pronunciar en la manifestación de Madrid contra la guerra de Irak, en tres días, -me dijo.

Mientras ojeaba la nota, José me preguntó tímidamente si podía mirar la conexión a Internet, pues algún tipo de configuración le impedía conectarse a la red.

Yo miré, sonreí, y dije,

-¡claro! , yo lo arreglo y a cambio me regalas esa hoja del periódico.

Así quedó sellado nuestro acuerdo y hoy esa hoja permanece enmarcada en la pared de mi casa.

Hoy, cuando pensaba en José y Pilar, como cada día 18, y como tantos otros días, miré la hoja y me dí cuenta de que  en el anuncio de perfume sobre el que escribió figura una leyenda: Lleno de recuerdos.

«Hoy por hoy, Madrid es la capital de Europa. No la capital política, no la capital económica, pero sí, clara y rotundamente , la capital moral.«

[El ser humano tarda nueve meses en nacer. En una invertida cuenta atrás, como en El año de la muerte de Ricardo Reis, deben, por tanto, ser nueve los meses en los que se despida a alguien. Nos lo explicó en Lisboa, volviendo del funeral del escritor María del Río, la hermana de Pilar.

Los próximos días 18 de cada mes, servirán para recordar. Cualquier comida con familiares ese día, reunión con amigos, o íntima celebración unipersonal, servirá de pequeño homenaje al escritor. Si quieres participar retrátalo de alguna manera: con una foto, con un dibujo, o con unas líneas y envíalo al grupo de facebook de homenaje a Saramago.

La despedida será larga, de nueve meses, pero es que aquel día la isla se quedó sin flores.]

Escribo esto en la terraza, bajo las luces de Madrid, con una copa de vino, escuchando un murmullo de bebé de fondo.

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